Lo
que menos me gusta es una trampa característica del perezoso que no
sabe solucionar ciertas cosas. Es el viejo truco de cortar un plano,
pasar a otra acción y, cuando volvemos a la primera, ya no está
exactamente como la dejamos. Plano con la cabeza (¡y brazo!) de
Justine atravesando la puerta, nos vamos a otra cosa, cuando volvemos
ya es otro modo distinto de estrangulación hasta la inconsciencia,
nos vamos, cuando volvemos Justine ya está sentada y espabilada…
Hay mucho, demasiado, de esto. Esta clase de juegos tramposos me
irritan y hacen que no pueda considerar a Zach Cregger un gran
director.
Otro
error, aunque menor, es lo que ya hizo en Barbarian, la
misma concesión al espectador palomitero. Tras un inicio potente,
psicológico, un terror que se apoya en la tensión, da paso a la
casquería simplemente porque un sector del público piensa que los
pantanos de sangre son necesarios. Y, obviamente, es lo menos
terrorífico de todo: por obvio, por poco sutil y porque, en mi
opinión, no termina de funcionar bien el contraste. Igual son cosas
mías. A mí me parece bajar un escalón. Pero no abusa. Sólo se
pone particularmente bestia al final.
Dicho
esto hay muchas cosas buenas.
Me
gusta lo rápidamente que entra en materia, lo directo que va al
grano, con imágenes, no con palabras. Muy buen arranque.
La
película es muy inquietante, con momentos logradísimos. Es
perturbadora, angustiosa, retorcida. Usa una mitología brujeril más
o menos novedosa y le funciona.
Es
positivo también la profundidad en la psicología de los
protagonistas, los cambios en los puntos de vista. Las relaciones
entre los personajes son consistentes y tienen un desarrollo bastante
lógico.
Me
parece que hay mucho del estilo de Shyamalan en los encuadres
de cámara, en el modo de buscar ángulos y movimientos impactantes.
La secuencia de la “rebelión” final, ese arrasar con todo y esa
violencia visceral, desatada, brutal, es espeluznante y catárquica.
Los
elogios hacia Weapons, al igual que los de Barbarian,
me parecen exagerados. Creo que estamos ante un director prometedor,
con buenos momentos, secuencias brillantes pero que aún tiene mucho
que mejorar antes de que podamos hablar de obras maestras.
Weapons
es mejor que Barbarian.
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