Peter
Jackson descubrió en su tierra, Nueva Zelanda, unas viejas
películas de cine de un olvidado director: Colin McKenzie. Tras
restaurarlas y visionarlas, descubrió que McKenzie había sido el
verdadero inventor del cine, el color, el sonido sincronizado, el
travelling… Lo hizo antes que los Lumière o
Griffith.
Esta
pequeña película de poco más de 50 minutos es la mejor refutación
que existe de los documentales. Es la razón por la que jamás
-¡jamás!- debes creerte lo que diga un documental. Todo documental
es una manipulación. Por su guion, por su planificación, por su
fotografía, por su montaje… Todo documental es ficción.
Forgotten
Silver, título original, es una película del año 1995 que
debería gozar de más prestigio. Si no lo tiene es porque una
conspiración mundial de documentalistas está en su contra. No. En
serio: ¿por qué no es más conocida esta película? Deberían
ponerla en todos los colegios e institutos del mundo para explicar a
la gente cómo les manipula la imagen, cómo los datos abrumadores
pueden no significar nada, cómo lo que ves con tus ojos es mentira.
Si
sale en la tele es mentira.
A
partir de un tratamiento exquisito de la imagen y de testimonios de
gente del cine, Jackson reinventaba la Historia del Cine, la
ponía patas arriba y demostraba que lo que decía era cierto.
Pero
estaba haciendo algo mucho más inteligente aún: cualquier realidad
captada por una cámara es una distorsión.
En
mi opinión es una película imprescindible para todo aquel que
quiera saber algo de lenguaje cinematográfico, publicidad o
averiguar, simplemente, cómo nos engañan.
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