27/8/25

Las guerreras k-pop

-Sofá, sofá, sofá…
Digamos que el k-pop y la música actual no es lo que más me interesa en el mundo. La mitología sí me interesa un poco más, pero simplificada del modo en que lo hacen en la peli no me atrae.
A lo que voy es que la película no me dice mucho… como película. Me dice mucho como fenómeno cultural.
Tras ver las dos partes de Ne Zha y Las guerreras k-pop hay una cosa que queda clara: la filosofía Disney está muerta, acabada, enterrada. Han llegado nuevas generaciones que podrán apreciar el pasado -como hacemos todos- pero que necesitan que, de una vez por todas, las novedades sean nuevas. Probablemente no resultarán atractivas para mí (o sí, vete tú a saber) pero son imprescindibles. No puedes seguir haciendo la misma princesa Disney de hace un siglo porque ya se hizo. Tiene el valor de su momento histórico y de actualización al presente. Pero no significa que deba ser clonada.
Ya está bien.
Ne Zha y Las guerreras k-pop tienen muchas similitudes. Los protagonistas son demonios. Luchan por el bien pero llevan dentro de sí el mal. Somos demonios que luchan contra demonios. Eso es un tema ancestral, universal, que la cultura oriental ha sabido reformular. Frente a las chicas empoderadas, perfectas y caprichosas de Disney triunfan las personas con defectos. ¿Quién quiere a Doña Perfecta Petarda?
Las guerreras k-pop muestra a la protagonista como un espejo en el que miramos nuestras debilidades, cicatrices y miedos. Radicalmente insuperables. Pero la amistad, la confianza en otros, la sinceridad, mostrarnos como somos, es lo que convierte lo insuperable en una frontera fácil de batir. Y de un modo divertido.
Técnicamente apabullante. Porque la técnica ya no es un límite. Pero hay ingenio en la forma de caricaturizar y jugar con las formas. El guion es sencillo pero eficaz y la música, aun mecánica, suena a años luz de las melodías dulzonas de Disney.
-Huntrix: esto se hace así.

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