-No
me extraña nada, joven…
Que
el arte es subjetivo, que a uno le gustan unas cosas y a otros otras,
que para gustos los colores… Lo que quieras pero hay dogmas
absolutos. Y uno de ellos es que si sale Gracita Morales hay
que verla.
No.
Es broma. Tiene cosas muy mamarrachas.
Pero
le pasa como a Marilyn Monroe. Sólo que en vez de la belleza
es la voz. La voz de Gracita era un punto a su favor pero no
dejaba ver lo buena actriz que era. Vaya naturalidad, vaya
desparpajo. Pocas actrices de comedia como ella. Tenía un control
absoluto del timing, de la réplica, de la mueca, de la
moderación o no. Daba a la cámara justo lo que ésta necesitaba. Y
aquí estaba genial.
Los
empleados de un banco, descontentos con el nuevo director, planean un
atraco en su propia sucursal. Son un poco torpes en la preparación
así que quizá no lleguen vivos al día previsto.
Esto
era la España de los años 60 y era tan improbable que el atraco
saliese bien como que Mr. Marshall pusiera un pie en Villar del Río.
La película, como tantas españoladas, era una descripción de la
situación de la época, puro costumbrismo. Lo mejor, en mi opinión,
eran esos personajes tan bien escritos. Cada uno con sus anhelos,
frustraciones y problemas.
Una
de las mejores comedias españolas. El sueño de unos pícaros
honrados.
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