A
poco cine coreano que hayas visto seguro que ya te suena la dinastía
Joseon o el Imperio Joseon. Los 5 siglos de la mitificada
era coreana. Mitificada porque,
cuando cayó, todo fue a peor. Estamos en 1933
y Japón domina Corea. Un grupo de la resistencia, el
Cuerpo de las Sombras,
ha
infiltrado en un alto nivel a un agente: Fantasma.
5
personas son detenidas. Una de ellas es Fantasma.
Los
espectadores sabemos pronto que se trata de la protagonista, Park.
Ella no sabe, en cambio, que la peli que ve en el cine, El
expreso de Shanghai,
tendrá algún paralelismo con lo que el futuro le depara.
Una
delicia. Desde su estética al modo de pasar información (falsos
carteles de Drácula,
cajas de cerillas) o
el
montaje (mano de Marlene
Dietrich
en la película y mano enguantada en un espectador,
un interrogatorio sobre ser de sangre coreana seguido por uno sobre
la sangre real de un asesinato). Son sólo unos ejemplos de una
película que trata exquisitamente todos los apartados técnicos:
fotografía, vestuario, decorados, encuadres…
Me
gustan también sus personajes. Ese criptógrafo enamorado de su
gato, la sorprendente secretaria del vicegobernador, la protagonista
con su capacidad para dar vuelta a las situaciones, el poli que
reniega de su sangre materna coreana…
Se
le pueden poner pegas: ¿por qué les dejan andar libremente por el
hotel? ¿Por qué no vigilan la sala de comunicaciones? ¿Por qué no
vigilan el combustible? ¿Por qué hay tantos soldados sin nada que
hacer?
Admito
que tiene problemas de verosimilitud. Abstente si el guion es
fundamental para ti. Pero si aprecias las cuestiones estéticas tiene
cosas maravillosas. Muy elegante, visualmente atractiva, con
suficiente acción y bien resuelta en un final de inspiración
tarantiniana.
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