Adolfo
murió sin terminar su novela. Cuando su hija Dalia cumple 12 años
encuentra el libro inacabado. Dalia será atrapada por los personajes
del libro y tendrá que enfrentarse a ellos.
Creo
que la idea es brillante. Un juego metaliterario en el que el autor y
el lector se confrontan con los personajes. Los personajes quieren
desarrollarse por sí mismos, el autor quiere controlarlos, el lector
los interpreta… Todo ello plasmado físicamente en el universo real
unas
veces y en el alternativo de la novela en otras.
La
loba se convierte en la guía inicial pero también en la némesis,
presenta a los personajes principales, es despectiva con los
secundarios, fuerza el desarrollo de la trama… La cabra busca
respuestas, acompaña a Dalia. Hay escenarios maravillosos como la
biblioteca de libros inacabados y los personajes olvidados. Está
plagada de reflexiones interesantes acerca de la escritura y la
creación de personajes, del mecanismo que hace que funcione una
historia.
Me
hizo gracia que hablasen de la necesidad de mantener la historia en
movimiento y de un giro cuando a mí me parecía que la película se
estancaba. Y creo que es brillante que todo remita a un recuerdo de
la infancia.
Técnicamente
es una mezcla de stop
motion,
2D, 3D… El resultado no es tan fluido como el de las grandes
productoras, pero tiene un nivel de detallismo y un despliegue
imaginativo muy sorprendente.
Sin
embargo la película tiene un problema grave: no es para niños. Lo
es por su estética, tono y apariencia. Pero su lenguaje es
excesivamente culto, literario, poético, lleno de alusiones o
referencias veladas a Shakespeare,
Kavafis,
Borges,
Lovecraft.
Todo
se sustenta en la construcción literaria, en la complejidad de la
creación. Eso es muy difícil para un niño aunque tratan de
reflejarlo en imágenes.
Muy
bonita, sugerente y, desde luego, inteligente. Pero le costará
encontrar su público.
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