La primera temporada terminaba con un sorpresón tan grande que no me
extrañó que la segunda temporada lo ignorase por completo. Una
anécdota graciosa y ya. Pero resulta que recuperan el tema en el
capítulo 3 y se convierte en el centro argumental.
1979.
Volvemos al GEPAN. Me lo paso maravillosamente con esta serie. Su
colorido, vestuario, muebles, objetos, rarezas… Es que está
plagada de pequeños detalles encantadores: el Ovnibus, la camiseta
de Giscard
à la barre,
juguetes de los 70, festival de la ciruela, Supermán, el hipnotista,
L’Ovni
Tender
y el guiño Blues
Brothers
para la canción que salvará el mundo,
la manifestación Didier-Galileo,
la misma pelea…
¡Los
Barbapapá!
Y los menores de 12 años en el asiento de delante, sin cinturón.
Son los 70. Todas esas cosas tan cotidianas, tan vulgares, se mezclan
de forma increíble con situaciones ridículas, al borde del absurdo.
Lo ordinario junto a los ovnis. Por eso se puede formular la pregunta
del primer capítulo. ¿cómo aparecieron 500 kilos de algodón de
azúcar en una central nuclear?
Creo
que debería haber más cine extravagante de este tipo. Creo que el
cine debería ser siempre así de extravagante. Tener esa soltura,
esa libertad. Reconozco que hay cosas que no me gustan y que algún
capítulo se me atraganta algo más. A veces se les va la pinza,
otras veces son redundantes en estructura, otras se ponen pesados…
Es el precio de correr riesgos: cuando tocas tantas teclas cada
espectador se adapta a unas mejor que a otras y no todas serán para
ti. La cuestión es que, al menos, intentan hacer algo diferente.
Cómo ejecutan la combinatoria de absurdos es fascinante. O cansina
después de dos temporadas. Según.
Muy
bonito el tramo final del 2x09.
La
selección musical es buenísima.
El
final de la segunda temporada es tan sorprendente como el de la
primera. O más. Pero sospecho que ahí se queda y ya no habrá
renovación.
-Además
de A, B, C, D, ¿qué tal una nueva categoría como expediente X?
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