La
serie es un choque entre dos policías. Por un lado la inspectora
June Lenker y, por otro, el tal vez corrupto Daniel Hagerty. Es decir
Cush
Jumbo
y Peter
Capaldi.
June
está a lo suyo cuando descubre que el
inspector Hagerty quizá no hizo las cosas bien y
envió
a la cárcel, hace ya años, a un hombre inocente.
Y
en ese duelo los choques van en aumento. Me parece muy hábil cómo
el guión muestra esa progresiva escalada de enfrentamiento. En los
inicios, por el caso presente, coinciden y cooperan en cierto modo,
manteniendo una enemistad vigilante. Después las cosas empeoran:
June ve cómo el poli veterano, con amigos y contactos, le tiende
trampas, cómo van a por su hijo, cómo le caen acusaciones de todo
tipo. Pero Daniel comprueba que la presión de June desbarata la
lealtad de sus colegas de toda una vida, crecen las tensiones y toca
también
a
personas cercanas.
Así
que en la serie topamos con la trama detectivesca en sí, pero
también con otra trama paralela de conflicto entre policías. Raras
veces se ve que dos argumentos se entrelacen con tanta habilidad y
que el montaje los haga viajar al unísono, sin dejar uno u otro
colgado durante capítulos.
También
es de ésas que no tiene piedad. Se cargan a quien haga falta,
incluso cuando parece innecesario, para hundir al espectador un poco
más.
El
penúltimo capítulo
juega un poco con el espectador mientras da
respuestas. Por
un lado está la resolución del caso y por otro el final de la
serie. Mi objeción está en el quién lo hizo. Me parece algo
decepcionante. Pero me gusta el final. Es una serie muy realista: en
estilo, atmósfera, situaciones… No es Hollywood, son ingleses,
tienen los pies en el suelo y no quieren ser rocambolescos. Y eso sí
lo agradezco: un largo final para hablar de las consecuencias de los
actos erróneos.
Es
buena serie por su ritmo, interpretaciones y desarrollo general de la
historia y personajes. Y tiene unos cuantos momentos traumáticos.
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