2/10/21

Sin tiempo para morir

Decía una señora en el cine, a propósito de las declaraciones de
Fukunaga, que a ver por qué no puede ser James Bond machista, que ya sólo faltaba que le quitaran del cine los tíos macizos machistas.
Dice mi hermana que eso de que James Bond salve el mundo también lo hace La patrulla canina.
James Bond vuelve a salvar el mundo, así es. La cosa es cómo lo cuentas. Y eso Fukunaga lo hace bastante bien. Lo de dirigir, quiero decir. Aprovecha muy bien los escenarios naturales para montar escenas de acción relativamente originales. Ese estrecho puente italiano, por ejemplo. O la persecución con todoterrenos y motos en el bosque. La película está bien planificada, es elegante.
La cuestión de genética más nanobots me pareció excesivamente alambicada pero imagino que todo lo demás ya estaba cogido. Esperaba más protagonismo de Ana de Armas, pero Bond queda satisfecho con ella así que quién soy yo. Christoph Waltz reaparece en un par de escenas, así que contento también.
Entretenida, los 160 minutos no pesan, el ritmo es bueno. Echo en falta el humor. Cuando lo buscan hay chistes muy malos. La parte dramática me pareció regular. Y, desde luego, lo romántico, al igual que comenté el otro día con Vigil, me sobra. Aquí es menos pegote y se imbrica perfectamente con la trama, pero aún así su única razón de ser es forzar la emotividad para el desenlace final. Y eso no va con James Bond.

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