13/10/21

Los límites del control

-Usted no habla español, ¿verdad?
Espero que no me juzgues con dureza pero, en ocasiones, por algún motivo que se me escapa, necesito revisitar el surrealismo insolente de Jim Jarmusch.
Películas en las que no pasa nada. Sin argumento, sin propósito. Gente que habla, poco, de cosas sin sentido. Aunque es cuestión de perspectiva. Es la película española de Jarmusch, rodada en Madrid, Sevilla y pueblos perdidos. Buscando lo castizo.
No hay razones para lo que se cuenta. Las cosas ocurren porque sí, porque el director usó la imaginación, como el protagonista infiltrándose en el refugio. Porque lo necesitaba para lo que podríamos llamar trama. Sin explicaciones. Porque la realidad es arbitraria.
No es de las mejores películas de Jarmusch. Tal vez sea su película con menos argumento. Realmente pienso que fue simplemente una excusa para pagarse un viaje por España y visitar, entre otras cosas, el Museo Reina Sofía. Pero los que soportan a Jarmusch encontrarán esas conexiones sin lógica, un mundo de mafiosos enfocados desde otra perspectiva, ese lugar donde puedes ceder el control para centrarte en lo importante: una conversación idiota sobre una película de cine, la historia de una guitarra o una alucinación.
Por ahí aparecen Óscar Jaenada, Luis Tosar, Paz de la Huerta, Tilda Swinton, John Hurt, Gael García Bernal, Hiam Abbas, Bill Murray… Aparecen, sueltan dos tonterías, desaparecen y seguimos paseando por calles antiguas o circulando por carreteras.
-Esa es la verdad de la vida: un palmo de terreno.

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