Una
productora de televisión organiza una fiesta para inaugurar su coqueta finca
del pueblo (y a 35 minutos de París). Hay famosillos, conocidos, amantes, ex,
una camarera despistada, un granjero ecológico que aprieta la mano demasiado
fuerte al saludar, vecinos a los que les molesta el ruido y una tensión
creciente.
Nueva
película de Agnès Jaoui con la colaboración en el guión de Jean-Pierre
Bacri. Nueva mirada a la burguesía parisina desde el prisma de la acidez y
la humanidad. Porque Jaoui-Bacri tienen ese toque para machacar a los
personajes a la vez que nos compadecemos de ellos y entendemos su fragilidad.
Bacri es el centro: un
presentador de televisión llamado Castro, de 65 años, cuyo programa corre
riesgos de cancelación. En la fiesta tendrá encuentros con su ex, con su nueva
esposa, su hija, amigos, conocidos y desconocidos. Y veremos cómo sus trapos
sucios quedan expuestos en la plaza pública, que es el título original de la
peli (Place publique) y que sí
tiene sentido. La traducción española no lo tiene.
Desde
luego lo mejor, como siempre en las pelis del tándem, son los diálogos. Hacen
un repaso a temas como lo progre, la pedantería progre, las tecnologías que
destruyen la intimidad y algo tan imposible de esquivar como el paso de la edad
y la difícil aceptación de la vejez. Porque ahí está el origen de casi todos
los males de Castro.
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