André Ovredal es un director al que
sigo. Lo descubrí de carambola en Troll Hunter y luego lo visité en La autopsia de Jane Doe. Cogió las riendas de un producto que a Guillermo
del Toro no le daba tiempo de dirigir.
Creo
que las mentes de ambos (director y productor) ofrecen un resultado bastante
bueno. No es que sea magistral, pero lo que pretenden es enormemente difícil y
salen bien parados, creo yo.
Porque
no es nada fácil hacer terror para adolescentes. Fácilmente se te puede ir la
mano (¿se les va a veces?) y hacer algo demasiado adulto o bien lo contrario,
es decir, hacer una memez como Pesadillas
de modo que optas por transformarlo en comedia.
La
cosa es que logran su objetivo. Una sucesión de historias terroríficas para
contar en fuegos de campamento ensambladas como si fuesen un todo. Han tenido
mucho pesquis para elegir el casting de chavales. Lo hacen de miedo. Pero de
nuevo vuelven a ser mayores de lo que deberían.
En
cualquier caso lo mejor es esa galería de monstruos, claramente formados en el
estilo de del Toro,
llamativos, originales. Tenebrosos. Seguro que cada espectador tiene su
monstruo preferido/acongojante. La atmósfera es obra de Ovredal y todo
queda integrado en ese peculiar goticismo.
Año
1968. Es curioso que para el terror fantástico se vuelva la vista al pasado
tantas veces, ¿no? Supongo que la tecnología del ahora deja menos espacio al
terror de fantasía y se presta más al gore.
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