10/8/19

Historias de miedo para contar en la oscuridad


André Ovredal es un director al que sigo. Lo descubrí de carambola en Troll Hunter y luego lo visité en La autopsia de Jane Doe. Cogió las riendas de un producto que a Guillermo del Toro no le daba tiempo de dirigir.
Creo que las mentes de ambos (director y productor) ofrecen un resultado bastante bueno. No es que sea magistral, pero lo que pretenden es enormemente difícil y salen bien parados, creo yo.
Porque no es nada fácil hacer terror para adolescentes. Fácilmente se te puede ir la mano (¿se les va a veces?) y hacer algo demasiado adulto o bien lo contrario, es decir, hacer una memez como Pesadillas de modo que optas por transformarlo en comedia.
La cosa es que logran su objetivo. Una sucesión de historias terroríficas para contar en fuegos de campamento ensambladas como si fuesen un todo. Han tenido mucho pesquis para elegir el casting de chavales. Lo hacen de miedo. Pero de nuevo vuelven a ser mayores de lo que deberían.
En cualquier caso lo mejor es esa galería de monstruos, claramente formados en el estilo de del Toro, llamativos, originales. Tenebrosos. Seguro que cada espectador tiene su monstruo preferido/acongojante. La atmósfera es obra de Ovredal y todo queda integrado en ese peculiar goticismo.
Año 1968. Es curioso que para el terror fantástico se vuelva la vista al pasado tantas veces, ¿no? Supongo que la tecnología del ahora deja menos espacio al terror de fantasía y se presta más al gore.

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