Nunca
entendí muy bien el prestigio que se otorga a esta película. Hay
dos cosas que me gustaron mucho. Por supuesto está esa
transformación en licántropo. Nunca antes habíamos visto ese nivel
de detallismo, de visceralidad, de dolor. La otra cosa que me gustó
era la autoconsciencia en los hombres lobo. Son gente de los 80 que
ya habían visto pelis de hombres lobo y tenían cierta noción de
cómo funcionaban las cosas. Y hablaban de ello: ¿me convertiré,
haré tal cosa, te acuerdas de Lon
Chaney?
El
resto no me sedujo. Si esas dos cosas me gustaron había otras dos
que me fallaban. Y más importantes. Las reacciones de los
protagonistas son muy ilógicas. Lo que pasa en “El
cordero degollado”
no tiene sentido. Les echamos, no debimos echarles, no pueden
quedarse, tenemos que ir a buscarlos… Forzar el guion. Pero luego
tampoco se entienden las reacciones de los agentes de Scotland Yard,
la enfermera Alex ni las de la mayor parte de la gente.
El
otro aspecto que no me gusta es que jamás entendí en qué clase de
película me encontraba. No era terror cuando debía serlo, no era
comedia cuando se suponía que había momentos para ello, parecía
que apuntaba al drama pero los personajes eran tan superficiales que
no te emocionaba. La secuencia en la sala X es un exabrupto que no
encaja con nada. Creo que busca un paralelismo alrededor de lo
puramente físico, animal, pero si es así, está ejecutado de manera
muy torpe. Y cualquier apunte en un sentido u otro quedaba destrozado
por su cierre acelerado.
Landis
acababa de hacer Granujas
a todo ritmo
mostrando su espíritu de loca diversión. Inmediatamente después
hizo esta peli y pienso que, incluso aceptando la anarquía de
Landis,
era un bajón, ¿no crees? No. Ya sé que no. Casi todo el mundo ve
en esta peli algo que yo no veo.
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