Un
abogado acude a su jefe para pedirle que contrate en el bufete a un
amigo que acaba de salir de la cárcel
En
2007 Mamet
escribió un ensayo (Bambi
vs. Godzilla)
poniendo a caldo a Hollywood y lo redondeó recientemente con
Everywhere
an Oink Oink.
Machacaba a los productores, a lo políticamente correcto, a las
políticas DEI, a las cuotas de los Oscar, llamó a los ejecutivos
fascistas y mafiosos, se quedó a gusto y garantizó que casi nadie
le diera trabajo.
Henry
Johnson
fue una obra de teatro y posteriormente logró convertirla en
película con su dinero y la ayuda de los pocos que no le han
cancelado.
El
primer acto transcurre en el despacho de abogados. De ahí saltamos a
la cárcel. Allí está Shia
LaBeouf,
un preso con mucha labia, aires de intelectual, presumiendo de
filósofo, psicólogo, contador de cuentos infantiles con moralejas
para adultos…
Pienso
que lo que Mamet
muestra es cómo el relativismo moral nos convierte en individuos
manipulables. Nos volvemos dúctiles a los mensajes del poder, nos
dejamos llevar por frases hechas. Investimos de autoridad a quien
dice que la tiene. Y le creemos simplemente porque sí.
El
planteamiento de Mamet
es: si no tenemos principios, ¿por qué hacemos las cosas? Y la
respuesta es el miedo. Muchos tipos de miedo. La soledad, que nos
avergüencen, que nos conozcan como somos realmente… Es muy fácil
convertir en un pelele a quien tiene miedo.
Henry
Johnson
es esa marioneta en manos de todos. Es una historia muy triste porque
Henry
Johnson,
a ojos de Mamet,
es la sociedad actual: estúpida, crédula, aceptando las promesas
imposibles que le hacen. Y, al mismo tiempo, humor, procedente de una ironía
soterrada, la risa del que dice: te
lo mereces, por imbécil.
Como
obra de teatro se sustenta en el guion, puro y duro, y en las buenas
interpretaciones.
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