El
primer error es un paradigma de lo que está mal en muchas de las
películas de hoy en día y sintomático de la mentalidad yanqui.
Mejor equivale
a
más grande. Los dinosaurios no les parecen bastante grandes, así
que empiezan a fabricar monstruos, mutaciones, bichos más gigantes…
que en pantalla se van a ver igual y que asustan lo
mismo.
No sé qué les han hecho los dinosaurios de toda la vida pero estoy
decepcionado.
Segundo
error: primera media hora hablando para presentar a un grupo de
personajes. Cuando crees que ya están todos presentados, nos vamos a
un velero en el que hay 4 personas más. Ahí empecé a pensar que
era demasiada gente, que no habían aparecido los dinosaurios y que
los dinosaurios ya deberían haber comido a alguno de esos
personajes. ¿Por qué tanta gente para lo poco que aportan? A los 45
minutos arranca la película en sí. Pudo empezar ahí sin perjuicio
alguno.
Incoherencias
a patadas. Desde el papel quemado de la secuencia inicial que avería
todo un complejo “extremadamente” seguro, hasta el barquito de
pacotilla para meterse en semejante berenjenal.
Pero,
¿funciona la aventura en sí? Lo dije hace poco: David
Koepp
no está
en su mejor momento y encargarle un guion es jugar
a la ruleta rusa.
La
película no aburre una vez que entramos en materia. Las aventuras se
suceden con diversos escenarios, paisajes, personajes y ocurrencias
divertidas. No es particularmente brillante pero sí tiene ese
espíritu juguetón. Intenta replicar algunas escenas de Spielberg
pero es eso: ya se las vimos a Spielberg hace 30 años y nadie
logra superar el asombro que nos produjo. Le cuesta arrancar pero
funciona.
Cosas
que me gustaron. Tiranosaurio
en el río (la mejor secuencia). La
niña (los niños siempre funcionan muy bien en esta clase de
películas). Escena
de la micción. La
fotografía de las escenas nocturnas (muy del estilo de Spielberg).
Esperaba
más de Gareth Edwards pero al menos es mejor que las últimas.
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