Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
-Seis
balas. Trajiste un arma de viejo, Bosch. Al
poco de empezar dice Bosch que él es del siglo pasado. Pues sí. Hay detalles llenos
de ternura. Por ejemplo que su placa de Investigador Privado esté escrita a
mano. O que no sepa activar el bluetooth.
Esas cositas me encantan. Me
ha gustado todo. Hasta el sistema de distribución. 4 capítulos de golpe y luego
2 cada semana. Muy asequible. Tenemos
a Bosch, a la abogada Honey Chandler y a Maddie que se nos ha hecho poli. Y
también tenemos, de protagonista fijo, al hacker Mo Bassi. Seguimos los casos
de todos ellos, casos que unas veces se dan la mano más y otras menos. La
búsqueda de un heredero, la del asesino de un médico, la de un violador, la
denuncia contra la ciudad,la venganza
pendiente de la temporada anterior… Pero es que a mí me interesa incluso si
Bosch vende su casa o no. Y
si de repente aparecen de invitados la impagable pareja de detectives Johnson y
Moore o el sargento Mank pues me siento como en casa, confortable, en un
espacio que conozco. Vale:
una cosa no me gusta. El final de temporada. Bosch nunca nos había dejado con un suspense así, con una trama
inacabada. Sabemos que está renovada pero ¿qué hago yo hasta entonces sin saber
qué pasa ahí?
Bastan
75 minutos para filmar una película muy triste que te deja con los ánimos a ras
de suelo. Hermano,
hermana, el hijo y la hija de ella. Son ingleses y están de vacaciones en Acapulco.
Llega la noticia de que la abuela ha muerto. A nuestro protagonista, Neil, no
le apetece ir al funeral de su madre y finge haber perdido el pasaporte. Se
dedica a no hacer nada. Premio Nobel en pachorra, inane, pasa las horas y los
días indolentemente. Un ejemplar de solipsismo abrumador. A veces se acuesta con
una chica, más por ver si hay algo que le espabile, pero tampoco pone mucho
entusiasmo. Ocurre
entonces una tragedia aún mayor que para cualquier persona resultaría
traumática. Él se preocupa por las consecuencias inmediatas pero enseguida
sigue a lo suyo. El
final nos ofrece una posible respuesta para ese modo de actuar, pero no exime
al personaje de un egoísmo abrumador. Imagino
que se puede entender como una crítica social. El hastío de la civilización
occidental, la indiferencia hacia los problemas de los demás, una negación
práctica de la vida. La apatía, el desconcierto de la existencia en este mundo.
En realidad es como si todos estuviesen a un paso de ese abandono. Lo
sorprendente de la dirección de Michel Franco es que no resulta
aburrida, que encuentre un ritmo en la indiferencia, en la dejadez total.
Porque alrededor sí ocurren cosas. Tim Roth encarna con eficacia el
patetismo de ese hombre. El papel de Charlotte Gainsbourg sabe a poco. Deprimente.
Muy deprimente.
Casi
todos los capítulos son la misma temática belicista con ligeras variantes.
Tiros, espadazos, peleas. Militares o mercenarios contra un monstruo, un robot
o lo desconocido. Sin más mensaje detrás. Está claro que los yanquis tienen un
problema. Tal vez eso explica un poco ciertas tragedias. Parecen incapaces de
encontrar un argumento de otro tipo. La temporada me ha parecido un tostón.
3x02, 3x05, 3x06, 3x07, 3x08 y 3x09. 6 capítulos de 9 alrededor de lo mismo.
Qué pesados. El
3x01 es un chiste reciclado de la temporada anterior, con los robots y gatos ya
conocidos. El 3x04 es de zombis. El
único que me ha gustado es el 3x03, The
Very Pulse of the Machine. Muy imaginativo en su dibujo, su color y su
contenido. Dirige Emily Dean y me parece realmente una preciosidad. Una
astronauta, Martha Kivelson, en Ío. Su vehículo tendrá un accidente y lo que
sucede después me resultó muy ocurrente. Pero sobre todo es atractivo por su
estética. Netflix.
No es que la gente deje la suscripción, es que dan ganas de dejar de seguiros
hasta en Twitter. Os ha salvado ese capitulillo tan bonito. Menos mal que en
menos de dos horas se ven todos.
Maigret
investiga el cadáver de una joven asesinada. Empieza a tirar del hilo a partir
del ensangrentado vestido de alta costura. La
ventaja es que está ahí Gérard Depardieu y llena la pantalla.
Literalmente. La llena. La pantalla, las estancias, las calles… Este hombre no
para de aumentar de volumen. Me
parece una producción discreta en todos los sentidos. La puesta en escena está
muy lejos del de las producciones británicas. Montaje y planificación son
mecánicos. El desarrollo del guión lineal, sin sorpresas. Y puestos a escoger
entre Depardieu o Rowan Atkinson me quedo con el actor británico.
Supo dar a su Maigret un poso
de tristeza. El de Depardieu no refleja nada. La melancolía que se arrastra se debe más a la dirección de fotografía. Lo
cierto es que parece un capítulo de la serie más que una producción
cinematográfica. No está mal, se sigue razonablemente bien por la intriga pero
no hay mucho más que rascar ni en la forma ni el fondo. Patrice
Leconte
no ha estado muy fino en la dirección. Parece un producto para salir del paso
sin más objetivo que recuperara la inversión y una propina.
Recuerdo
ver Top Gun (1986) con la peña
de clase. Ellos experimentaban un subidón de adrenalina y yo moría de
aburrimiento. Una trama romántica muy básica y aviones moviéndose. Los diálogos
te explicaban lo que estaba pasando porque de otro modo no te aclarabas. El
piloto apretaba un botón y te informaba verbalmente de que estaba disparando.
Un horror. Jamás entendí los elogios a ese producto. De
modo que, lo que menos me gusta de Top Gun: Maverick, son los homenajes a lo que para mí es una película
sobrevalorada. El inicio es calcado, la moto corriendo en paralelo con el
avión, el bar… Pero así es la cosa. La peli tiene tanto prestigio que hasta se permite el lujo de estrenarse un día antes que las demás. Así de chulos son. Hay
dos cosas que hace bien. La primera de ellas es que repite el esquema pero
introduce algo de contenido. La trama del hijo de Goose tiene suficiente desarrollo
y profundidad como para aceptar la existencia de la peli. Sin eso habría vuelto
a ser otra de romance básico y aviones moviéndose. La segunda cosa positiva es
que sabes lo que está pasando cuando los aviones se mueven o entran en combate.
No tienen que explicarte todo o lo hacen con un mínimo de sutilidad cuando es
necesario. Es
espectacular, está bien rodada, tiene sus toques de humor sin pasarse.
Entretenida.
Rapa:
fiesta popular en la que se desparasita a los caballos. Eliminar la suciedad,
deshacerse de lo que sobra, suprimir lo inútil. Es lo que hace la asesina:
suprimir individuos nocivos de la sociedad. No
es un spoiler. La serie nos muestra
pronto quién es la culpable. Es el primer riesgo que corre. Y no es el último.
En muchos aspectos invierte las reglas del género. Es lo que más me ha gustado
de la serie. Optar por una trama policiaca sin el desarrollo que uno espera. Nos resulta muy fácil simpatizar
con la asesina, compartir su ira. Porque administra la justicia que el Estado
de derecho no da. Luego
están los dos protagonistas principales. Una sargento de la Guardia Civil y un
profesor de instituto que odia su trabajo, enfermo, que encuentra a la primera
víctima y que descubrirá en la investigación una fuga a su rutina. Pero también
es algo más: la verdad. Independientemente de la justicia civil, de los juegos
de la política, de los negocios turbios o de intereses de cualquier tipo, la
verdad debe decirse. Muy lograda la relación entre ellos. No sé si tanto como
en Hierro pero la dinámica es
original. Javier Cámara, Mónica López y
Lucía Veiga están estupendos en sus papeles. Sin embargo acabo con la
sensación de que algunos personajes políticos sobran o adquieren una relevancia
innecesaria. El
conjunto es bastante bueno. Los responsables son, ahora mismo, quienes mejor
entienden que se pueden hacer series españolas con carácter universal. Como las
nordic noir. Español pero no
pueblerino. Autóctono pero con capacidad internacional. Porque me dirán lo que
quieran de otras más alabadas pero que son incapaces de quitarse la boina.
Es
un guión justito con una estructura floja. Hay
dos elementos fundamentales en la historia: la fabricación de una identidad
para el hombre que nunca existió y la operación de espionaje en España para
lograr que el engaño surta efecto. El primer elemento funciona bien en su mayor
parte. Queda roto en ocasiones por las subtramas añadidas: la romántica (de
nuevo un problema) y otra capa de espionaje (inoportuna porque no lleva a nada).
La trama de España, que podía deparar los mayores momentos de tensión, está
contada, no mostrada. Conversaciones rápidas de teléfono que nos explican lo
que sucedió. El momento más importante de la historia y no lo explotan. De
hecho lo tratan casi en elipsis. Incomprensible. La
edición es básicamente lineal, rutinaria. La
película se sigue bien porque la realidad es lo suficientemente loca como para
no poder tumbarla. Un hecho real, un engaño, un timo a gran escala para engañar
a Hitler y desviar la atención de Sicilia a Grecia. Pero
debió contarse mejor.
Un
matrimonio ya mayorcito. Plan de la noche: caminar de casa al cobertizo, bajar
al sótano, abrir una puerta y… aparecer en otro planeta. Lo han hecho 856 veces
y él empieza a aburrirse. En
la interpretación, como en todo, la experiencia es un valor poderoso. Sissy
Spacek y J.K. Simmmons lo dicen todo con gestos y miradas. Corrijo:
dicen muchas cosas con palabras y añaden un 200% con gestos y miradas. El
primer capítulo, dirigido por Campanella, roza la perfección de lo que
debe ser el piloto de una serie. Presentación de personajes, desarrollo, giro
que puede llevarte en múltiples direcciones inesperadas, interpretaciones,
guión… Ese drama sobre el amor en la ancianidad con un sazonado sorprendente de
ciencia-ficción me atrapó sobre la marcha. Luego sólo hay que dejarlo crecer. El
resto no alcanza el nivel de ese piloto, pero tampoco es mala, ojo. Sigue
siendo muy buena con alguna cojera. Esa trama argentina ocupa mucho espacio, se
desarrolla demasiado despacio, se vuelve redundante, aporta poco en su mayor
parte. Es extraña. Los malos son a veces muy malos y otras muy torpes. Lo
que más interesa es la relación entre Irene y Franklyn. Él, enamorado hasta las
trancas después de 50 años. Le da igual el planeta, los malos, los imbéciles.
Le da igual la maravilla, el milagro, lo sorprendente. Porque Irene ya le llena
por completo. Todo el mundo necesita algo más para ser feliz, excepto él, que
ya lo ha logrado. Irene no es que esté menos enamorada, pero busca una señal
para entender el pasado demoledor. Byron
y Jeanine también son mucho más complejos de lo que parece.
Y está por ahí Sonya Walger en un papel que me recordó bastante a su Penny de Perdidos. Otra
buena historia, como Outer Range,
donde la ciencia-ficción es un marco para personajes bien escritos y
conflictos bien desarrollados. Cierra muy bien y deja el campo abierto para nuevas
historias.
-Hay
un sastre nuevo en la ciudad. Bastante
buena. Una película de mafiosos construida en un espacio minimalista. Apenas
tres planos exteriores. El resto sucede en el interior de la sastrería. Como
estamos en el Chicago de 1956, el sastre paga un peaje a la mafia dejando que
utilicen un buzón en su taller. Hay rumores de una guerra de bandas y una noche
las cosas se torcerán. Están
bien construidos los diálogos. Tanto los que nos dan a conocer con más
profundidad a cada uno de los personajes como los que conducen a la
manipulación de unos y otros. Está muy bien la tensión, ese modo de manejar la
trama haciendo que la situación se complique progresivamente. Pero lo mejor de
todo es esa relación entre el sastre y su recepcionista, entre Mark Rylance
y Zoey Deutch. Hay un fondo de entendimiento, de ternura… y de mentiras. La
película va descubriendo nuevos giros. El sastre guarda sus ases en los forros
para tratar de sobrevivir a mafiosos de uno y otro bando. Ritmo sereno pero
nunca aburrido. Hay
un momento donde la edición resulta fallida. Dado que todo es cronológico, se
lo podían haber ahorrado y mostrar el orden correcto. Pero es una minucia en
comparación con lo entretenido que resulta todo lo demás. Si
Tarantino hubiese sido Agatha Christie, en vez de rodar Reservoir Dogs habría filmado El sastre de la mafia.
1.
Hoy se estrena Juego de asesinos
(Copshop). Pensé que no
llegaría a los cines. A mí me gustó bastante. Una ensalada de tiros de las de
siempre pero con algo distinto. Puedes leer aquí la crítica que hice hace ya
tiempo. 2.
Parece ser que el 4x07 de Stranger
Things durará como hora y media. Y el 4x09 más de dos horas. 3.
Ahora, las plataformas, además de cobrar, empezarán a poner publicidad. No soy
partidario pero el mundo se ha vuelto así. Te cobramos más impuestos para hacer
menos cosas que antes, te ponemos tasas por cosas que no existen. Entiendo eso
con los políticos (que no viven en el mundo real), pero no en las empresas
privadas. 4.
Pues menos mal que Doctor Strange
hizo una buena taquilla en su primera semana porque en la segunda se cayó un
67%.
1917.
Batalla del Somme. Los médicos extraen una bala extraña a uno de los pacientes.
1882. Un campamento gitano es masacrado no sin que antes una anciana gitana
lance una maldición. Indudablemente
uno de los grandes logros de esta película de licántropos, o algo así, es su
ambientación, la atmósfera en que se desarrolla. La mansión señorial, el
campamento gitano, la espléndida fotografía lóbrega, los bosques, el
espantapájaros, las pesadillas de los niños… Digo
licántropos, o algo así, porque las transformaciones no son lo que solemos ver.
Es un giro bastante retorcido y siniestro que eleva algunos puntos el nivel de
terror. Es
mejor en su tramo inicial pero, aunque decaiga un poco en otras ocasiones, es
un punto de vista novedoso que trata de evadir clichés. Además, visualmente, es
poderosa, con algunas imágenes llamativas en su estética oscura y siniestra,
fotografiada de modo impecable, con carácter pictórico en la composición
(sábanas, niebla, gentes caminando a la iglesia…). Un
tanto apresurado el final, un cierre algo flojo. Un giro más, algo más épico,
un toque de especial ingenio y podría haber sido mucho mejor. No
está mal pero la trama sabe a poco. La puesta en escena perdura más.
La
policía escocesa inicia una nueva unidad: la Unidad de Homicidios de la Marina.
Annika es la inspectora al frente. Procedimental,
en la línea de NCIS pero ambientada en Escocia y sus islas, cosa que para mí es
mucho más interesante que la americana. Sobre todo porque, en vez de tener
recursos tecnológicos ilimitados, son más… rurales. Y eso está muy bien. Por
otra parte no tiene 20 capítulos por temporadas sino solamente 6. Además la
protagonista es Nicola Walker, que siempre logra provocarnos una
sensación de familiaridad, de señora normal. Como si fuese tu tía. Eso
de que la actriz rompa continuamente la cuarta pared y se dirija a la cámara,
al espectador, de un modo directo, no es bueno ni malo. Pero a mí me descoloca
un montón en una serie policiaca. No
es nada del otro mundo pero es agradable para desconectar.
-Señores,
nosotros no somos una casa de subastas. Pero podernos adaptarnos cuando vale la
pena. 1980.
Keys desaparece en Argentina. Así que envían a Yvan de Wiel, un banquero de
Suiza, para tratar de retener a los clientes y, de paso, para intentar
encontrar a Keys. Hay
pelis modernas que parecen antiguas por lo casposas, lo mal rodadas, lo
acartonadas. Y hay pelis modernas que parecen antiguas porque están ejecutadas
con sorprendente habilidad. Azor
tiene una factura magistral. Puesta en escena, fotografía y atmósfera son puro
mimo. No es que imite el cine de la época. Es que parece sacada de aquella
época. Son
curiosas las distintas perspectivas que tiene la gente de Keys. Un amigo, un
impresentable, un depravado, alguien fiable, acertado, equivocado… Y una
palabra, un nombre, Lázaro, que late como un misterio, como un Rosebud.
Estructurada en 5 capítulos ése será el título del quinto. En cierto modo es
también una peli de espías. Rumores, frases sueltas, información con
cuentagotas. La esposa de Yvan ayuda mucho con sus conversaciones con las
esposas, sus consejos. Pero
es, ante todo, una historia sobre el crudo y áspero mundo de los negocios. No
lograremos saber mucho más de Keys pero conoceremos bastante bien a Yvan en ese
final abrupto en el que no es necesario decir más. No
es para grandes masas. Es cine de autor. El novato Andreas Fontana tiene
una visión muy clara de lo quiere, una perspectiva interesante sobre la época
del Terrorismo de Estado.
Tras
E.T. el extraterrestre, Drew
Barrymore era la niña de moda, así que la ficharon para hacer Ojos de fuego. 38 años más tarde
llega este remake. Si ves las
carátulas de ambas, la de 1984 y la de 2022 son prácticamente idénticas. Si te fijas
muchísimo verás que cambia la niña. Es
una película demasiado elemental, demasiado televisiva. Una planificación discreta,
casi siempre en oscuridad. El guión previsible de principio a fin. Esperaba
que, con el paso de los años, aspirarían a algo más. Pensaba en algo tipo Logan, algo con más fuerza, un
desarrollo potente. Lo que sucede tiene muy poca chicha. Sólo dura hora y media
y, aún así, parece que todo está estirado. Pero sobre todo resulta muy poco
verosímil en el desarrollo de su trama. El uso ilógico de poderes te deja
preguntándote una y otra vez por qué no han hecho otra cosa con ellos. Lo que
habrías hecho tú. Usando el sentido común. Con
la plaga de superhéroes, mutantes y demás, era una oportunidad para hacer algo
diferente apoyándose en esa distinción que suele dar Stephan King, pero
se queda en un producto que no merece la pena estrenar en cines. Está
bien la rabia de la niña (frustrada, contenida, luego desatada) pero poco más. Muy
floja.
1.
60 años desde su inicio y 13 Doctores más tarde, el decimocuarto Doctor Who será Ncuti Gatwa. 2.
Ahora mismo están en activo media docena de series de Star Trek. O más. Aún es pronto para decirlo pero creo que he
encontrado la mía. La de siempre. Star
Trek: Strange New Worlds. Procedimental, aventurillas diversas, pijamas
en el puente de mando. Sencilla, clásica. Un poco serio el primer capítulo,
pero agradable. 3.
Bosch ha vuelto con Bosch: Legacy. Y, oye, qué a gusto
me encuentro en sus historias. Me desconcertó un poco ver a la sosegada Mads
con uniforme de policía y corriendo en plan T-1000. Pero supongo que me
acostumbraré.
Into the Night. No comenté la segunda
temporada en el blog porque no llegué a terminarla. Pero al ver el final de Yakamoz S-245 me di cuenta de que sí
había visto el último capítulo de Into
the Night. No sé cómo ocurrió. ¿Por
qué hablo de Into the Night?
Porque esta serie es una secuela, o un spin-off
y, desde luego, un crossover. Forma
parte del mismo universo. En
esta ocasión no huimos del sol desde un avión en Bélgica. Esta vez estamos en
un submarino turco. Cuando llega el día se sumergen para no morir achicharrados
por el sol, cuando llega la noche emergen. Algunas
cosas me gustan. Por ejemplo que no puedes dar por seguro a ningún
protagonista. Se cargan a cualquiera por muy imprescindible que lo consideres.
Me gustan algunos giros y algunos conflictos. No
me gustan otras muchas cosas. Lo que menos es esa verborrea jamás saciada de
los turcos. Hablan, vuelven a hablarlo, lo explican, vuelven a explicarlo.
Parece que cuando dos personajes se encuentran no entienden la elipsis ni el
resumen. Tienen que agotar argumentos. Y al espectador. No me gusta la obviedad
de los personajes. Los más malos tienen cara de malos. Hay uno que es el
hermano gemelo de Norman Bates y no entiendes que le dejen pasearse por ahí
porque desde el primer segundo sabes que eso acabará mal. Pero hay otros dos
malos muy malos que siempre ponen cara de malos. A
destacar: lo que pasa en Gijón. No es un retrato muy halagüeño de los
asturianos pero, por otra parte, de los muchos puertos que podían elegir,
eligen España.
Seré
breve. Una película sobre Miguel Ángel no merece este feísmo en la puesta en
escena. El Miguel Ángel que se nos muestra no corresponde con nada histórico.
Aquí aparece sucio, harapiento, maleducado, en un nivel de locura que no tiene nada
que ver con el genio artístico. No sé en qué documentación se apoyan pero
desde luego no en una real. Es,
al mismo tiempo, una película muy pretenciosa. Cree estar contando algo
profundísimo y no es capaz de mostrar una sola escena que exprese la inspiración
artística. Puede
valer como documental sobre cómo se extraía el mármol de las canteras pero
incluso ahí deja bastante que desear. Konchalovsky siempre ha sido un
director mediocre o directamente malo. En esta ocasión pretendió ir de autor,
de artista, una imitación del estilo de Matteo Garrone y ni huele por
dónde van los tiros ni ha entendido a Miguel Ángel.
Imagina
una serie al estilo Yellowstone,
con sus praderas, su ganado, sus familias enfrentadas. Imagina a los tipos
rudos, familiares, generacionales, en esos paisajes con sus ranchos, sus
casonas, sus rodeos. Sus helicópteros. Cambia a Kevin Costner por Josh
Brolin. ¿Ya lo tienes? ¿Ya lo imaginaste? Bien. Pues ahora añádele una
trama del más raro capítulo de Expediente
X. Un agujero misterioso en el prado que, además de ser útil para
deshacerse de cadáveres, hace… cosas. Outer Range se lo toma con calma. Avanza despacio pero
segura. Vemos a la familia de Brolin asediada por las dificultades. Una nuera
desaparecida, problemas económicos, la otra familia que quiere morderles una
parte del rancho… Y entonces llega una chica, una hippie, que pide un sitio
para acampar. El
enfrentamiento entre ambas familias crece de golpe debido a un acontecimiento
trágico. Y los misterios crecerán paulatinamente alrededor de ese agujero. En
el último capítulo se unirán muchas cosas, habrá revelaciones importantes, pero
el misterio será más grande aún si cabe. Tenemos una estampida de bisontes que
deja las cosas en un punto muy interesante para la segunda temporada. Temporada
que quiero para ayer. Porque en esta serie es posible pedir esa clase de cosas.
Por cierto, ¿cuándo está la sheriff? No
es para quien quiere acción y tiros incesantes. Van a llegar y están bien
rodados. Pero se toma su tiempo. El tiempo que haga falta. El tiempo que se
mueve de formas extrañas.
-La
única recompensa es la integridad. ¡Integridad! Es gloria sin gloria. Gloria
secreta. 1944.
El teniente Onoda es destinado a la isla de Lubang con la misión de resistir al
ejército americano. Pasará allí 30 años, sin saber seguro si la guerra acabó
poco después de que llegara. Pero confía en lo que le dijeron: volverán a por
ellos. Cada vez serán menos hombres tratando de dar sentido a algo que no lo
tiene. Una
de esas historias que no te creerías de no ser porque ocurrió realmente. Son
casi tres horas de metraje. Es lenta pero casi siempre tiene el ritmo adecuado.
Pocas veces se hace pesada. Hay que hacer frente al hambre, enfermedades
varias, las lluvias, las dudas, la desesperación, el barro. También está la
amistad, la unión por la supervivencia, un vínculo irrompible originado por lo
demencial. En el fondo se trata de eso. Una amistad tan intensa que supera
cualquier criterio racional. El acontecimiento de 1950 es traumático. El
momento en que vemos a unas mentes fuera de cualquier realidad, el
empecinamiento, la no aceptación. Al mismo tiempo es humorístico por el modo de
reinterpretar las cosas para que cuadren con sus suposiciones. Como la palabra
en clave “Sony”. Y
luego el turista. Otro tipo inspirado por su personal locura. El hombre que ha
leído todo lo que se ha escrito durante 30 años sobre Onoda y que piensa que
aún puede encontrarlo. Me gusto mucho ese tramo final. Una
historia tremenda, con momentos demoledores, muy bien rodada, no apta para
grandes públicos, consciente de ello, tan perseverante en su propósito como el
propio Onoda en su inamovible decisión. Integridad.
1.
Blake Lively se pasa a la dirección con un guión de Edgar Wrightbasado en un cómic. Seconds es una propuesta que puede ser puro estereotipo, muy
perturbadora o una genialidad. Veremos cómo lo dirige Lively. 2.
Pocos han mencionado el bajísimo nivel de producción de Caballero Luna con unos CGI que, a estas alturas, no deberían
tener un pase. A veces los enmascaran con una estética de colorines de cómic,
pero en momentos realistas casi
aturden. 3.
Estoy viendo Servidor de pueblo.
Pero voy a tardar en acabarla. Muchos capítulos y no es que sea buenísima.
Menciono una escena muy graciosa. Plutarco y Heródoto, en sueños, debaten sobre
la posibilidad del socialismo. Y Zelensky reacciona agitadamente con
convulsiones. 4.
Spider-man celebra 20 años de
adaptaciones cinematográficas. Pues no sé. Es como si un estudiante celebrara
que lleva 20 años repitiendo, a ver si ahora le sale bien.
El
guión me parece espantoso. En primer lugar por su desconocimiento del ritmo. Si
tienes 6 capítulos no puedes tener al protagonista perdido durante 5. Tiene que
haber, al menos, un avance. En segundo lugar por la falta de lógica en
conversaciones y reacciones. Cuando conoce a alguien que le puede explicar
cosas, en vez de hacer las preguntas correctas se dedica a decir memeces.
Minutos y más minutos esperando a que el imbécil actúe como una persona normal.
Y no lo hace. Yo
lo vi así: 5 capítulos para que un tipo decida qué traje ponerse. Los
capítulo 4 y 5, autoproclamados como revolucionarios por los creadores, son
justo lo contrario: un plagio descafeinado y cutre de Legion. Pero ahí está la cosa: nadie ha visto Legion. Nadie hace los deberes y
toman por genialidad lo que es copia y pega. Por otra parte me resultó
imposible tragar que el capítulo supuestamente más dramático esté guiado por
una hipopótamo con voz de pito. O estamos de coña o no. A setas o a Rolex. Leí
el otro día un artículo estadounidense (David Robb) quejándose del ritmo
de la mayoría de las series, un ritmo lento sin razón de ser, plúmbeo. O con
tramas estiradas hasta la saciedad, introducciones que son una temporada
entera. O historias de seis capítulos que se podían contar en una peli de hora
y media. Un mal endémico que se perpetúa en los últimos años. En
mi opinión ese mal lleva ahí desde Los
Soprano (herejía, ya lo sé) pero hay productos como el que nos ocupa en
el que resulta preocupante. Y me sorprende que tanta gente acepte la no
evolución de los personajes. Una serie está precisamente para eso: para que los
personajes se desarrollen. Por eso Breaking Bad, Better Call Saul, Perdidos, The Leftovers son una maravilla. El
capítulo 6 está repleto de caprichos e incoherencias. Cada vez me gusta menos
lo que hacer Marvel. No creo que el viernes vea Doctor Strange.
Martin,
danés, deja todo atrás y se va a los bosques de Noruega a vivir como un
salvaje, a buscar la experiencia vikinga. Por suerte tiene un supermercado
cerca. ¿Es
El Quijote una comedia? Esta
película tiene mucho de quijotesco. Martin no será caballero andante pero añora
los tiempos de los vikingos. Y si bien nos parecerá ridículo al principio,
acabaremos por entender la cordura que encierra el hombre loco. Hay
bastante más fondo del que aparenta. La crisis de los 40, el hastío del
consumismo, del ruido, del exceso de información, de la vaciedad occidental. El
deseo de silencio, de un espacio de intimidad, de reflexión. Martin es
defectuoso pero tiene una honradez brutal en su búsqueda de un sentido de la
vida. Sí, hay mucho de comedia desde que encuentra a su Sancho Panza, que aquí
se llama Musa y es un traficante de hachís. Pero esa comedia, esas absurdas
aventuras, abocan hacia el drama final que también tiene mucho de western crepuscular con ese policía, ya
casi anciano, lleno de sabiduría y sentido común. Hay
una secuencia sin mucho sentido. La del matrimonio que viaja en el coche con
ella embarazada. Parece algo relevante y, de repente, se deshacen de la trama
para no retomarla de nuevo. Suena forzadísimo, simplemente para meter ahí a Kathrine
Thorborg Johansen, que tiene mucho tirón en Noruega y sale en todas las
series y pelis del país. También tenemos a Sofie Grabol, gracias a quien
supimos que existían series en Dinamarca (The Killing). La
aparente liviandad puede jugar en su contra. Un drama fuerte le daría más
prestigio entre la crítica. A mí me gusta su tono, esa absurda sociedad en que
vivimos, superficial, hipócrita, material. Buena escena la de la aldea vikinga
de Guddal. Un paraíso. Hasta que aparece el kétchup. Tal
vez no sea una gran película pero he conectado muy bien con ella. Y
qué escenarios tan bonitos.
-Si
alguien me va a pegar un tiro en la cabeza… que sea yo. Aparecen
tres cadáveres en una fosa tras un terremoto. Se les hace prueba de ADN. Y
resulta que corresponden con tres personas vivas. ¿Hay asesinato si los tres
esqueletos están vivos? La
serie necesita tomarse su tiempo en los primeros capítulos para presentar una
enorme cantidad de personajes y… lugares. Pero cuando están todas las piezas en
el tablero es muy adictiva. Las interrelaciones, lo que conoce cada uno, giros
muy elaborados y el misterio que hay detrás enganchan muchísimo. Hay un momento
que no sabes si estás hablando de antes, de después o… de dónde. Y está lo
bastante bien editada para que enseguida te resitúes y la sigas con claridad. Una
empresa que se llama Einstein-Rosen, un proyecto Occam, un pub que se llama Schrödinger…
Ese nombre me encantó. Donde estuvo la chica que está muerta y viva al mismo
tiempo. Ciencia-ficción
procedente de Israel, muy en la línea de Fringe.
O puedes verla como la temporada 2 que nunca tuvimos de Counterpart. 8 capítulos que, sin muchos medios, elaboran una
trama muy compleja con mucha efectividad. Hacen bien en incidir en las
historias humanas que hay detrás. Redondean con ese encuentro entre el niño y
la niña. Creo
que es una serie que hay que verla con continuidad para no perderse. Todos los
detalles cuentan. Una
advertencia. Su final es muy abierto, exige una segunda temporada y no parece
probable que eso suceda.
Sophie
y Vincent tienen una carnicería que no va bien. Además es atacada con
frecuencia por veganos. Debido a un accidente (más o menos) matan a un vegano.
Se deshacen del cadáver vendiéndolo como jamón. Y tiene éxito. Así que se
dedican a cazar veganos. Se
trata de una de esas comedias en que los responsables no parecen conscientes
del potencial. Es una idea muy buena y se conforman con ella. Es decir, no la
desarrollan, no la elaboran, tiran por el camino fácil. Quiero decir que tenían
entre manos una vuelta de tuerca interesante al estilo de Arsénico por compasión y lo
desperdician con chistes verdes y marrones que es lo que uno hace cuando no se
esfuerza. Tiene
un par de secuencias ingeniosas, particularmente ese montaje en paralelo de documentales de animales y la caza de veganos. Pero hay dos hechos significativos. El
segundo asesinato llega a la hora de metraje. Y sólo dura 80 minutos, cosa que
me parece bien pero demuestra las pocas ideas que había detrás. En
fin, una propuesta que sonaba sugerente pero que se derrumba en un guión paupérrimo.