23/5/22

Night Sky. Temporada 1

Un matrimonio ya mayorcito. Plan de la noche: caminar de casa al cobertizo, bajar al sótano, abrir una puerta y… aparecer en otro planeta. Lo han hecho 856 veces y él empieza a aburrirse.
En la interpretación, como en todo, la experiencia es un valor poderoso. Sissy Spacek y J.K. Simmmons lo dicen todo con gestos y miradas. Corrijo: dicen muchas cosas con palabras y añaden un 200% con gestos y miradas.
El primer capítulo, dirigido por Campanella, roza la perfección de lo que debe ser el piloto de una serie. Presentación de personajes, desarrollo, giro que puede llevarte en múltiples direcciones inesperadas, interpretaciones, guión… Ese drama sobre el amor en la ancianidad con un sazonado sorprendente de ciencia-ficción me atrapó sobre la marcha. Luego sólo hay que dejarlo crecer.
El resto no alcanza el nivel de ese piloto, pero tampoco es mala, ojo. Sigue siendo muy buena con alguna cojera. Esa trama argentina ocupa mucho espacio, se desarrolla demasiado despacio, se vuelve redundante, aporta poco en su mayor parte. Es extraña. Los malos son a veces muy malos y otras muy torpes.
Lo que más interesa es la relación entre Irene y Franklyn. Él, enamorado hasta las trancas después de 50 años. Le da igual el planeta, los malos, los imbéciles. Le da igual la maravilla, el milagro, lo sorprendente. Porque Irene ya le llena por completo. Todo el mundo necesita algo más para ser feliz, excepto él, que ya lo ha logrado. Irene no es que esté menos enamorada, pero busca una señal para entender el pasado demoledor.
Byron y Jeanine también son mucho más complejos de lo que parece.
Y está por ahí Sonya Walger en un papel que me recordó bastante a su Penny de Perdidos.
Otra buena historia, como Outer Range, donde la ciencia-ficción es un marco para personajes bien escritos y conflictos bien desarrollados. Cierra muy bien y deja el campo abierto para nuevas historias.

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