15/5/22

Azor

-Señores, nosotros no somos una casa de subastas. Pero podernos adaptarnos cuando vale la pena.
1980. Keys desaparece en Argentina. Así que envían a Yvan de Wiel, un banquero de Suiza, para tratar de retener a los clientes y, de paso, para intentar encontrar a Keys.
Hay pelis modernas que parecen antiguas por lo casposas, lo mal rodadas, lo acartonadas. Y hay pelis modernas que parecen antiguas porque están ejecutadas con sorprendente habilidad. Azor tiene una factura magistral. Puesta en escena, fotografía y atmósfera son puro mimo. No es que imite el cine de la época. Es que parece sacada de aquella época.
Son curiosas las distintas perspectivas que tiene la gente de Keys. Un amigo, un impresentable, un depravado, alguien fiable, acertado, equivocado… Y una palabra, un nombre, Lázaro, que late como un misterio, como un Rosebud. Estructurada en 5 capítulos ése será el título del quinto. En cierto modo es también una peli de espías. Rumores, frases sueltas, información con cuentagotas. La esposa de Yvan ayuda mucho con sus conversaciones con las esposas, sus consejos.
Pero es, ante todo, una historia sobre el crudo y áspero mundo de los negocios. No lograremos saber mucho más de Keys pero conoceremos bastante bien a Yvan en ese final abrupto en el que no es necesario decir más.
No es para grandes masas. Es cine de autor. El novato Andreas Fontana tiene una visión muy clara de lo quiere, una perspectiva interesante sobre la época del Terrorismo de Estado.

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