31/7/21

Tiempo

Shyamalan
la volvió a liar. Una película que no se parece a ninguna otra. Y, por tanto, divide a los espectadores.
Pudo ser suspense y lo es. Pudo ser terror y lo es. Pudo ser un drama sobre el paso del tiempo y lo es. El problema está ahí: es demasiadas cosas.
Para mí es, ante todo, una reflexión sobre lo que los artistas llaman la vanitas: la vacuidad de la vida y la relevancia de la muerte. Si tus 90 años de vida acontecieran en un par de días, ¿qué harías? Y por eso, desde mi punto de vista, sobra el suspense y el terror. Y quien vaya buscando uno de esos elementos sentirá que le estorban los otros.
Tiempo es lo que nos falta. Y por eso es preciso aprovecharlo al máximo. Shyamalan comprime esa obligación al extremo. Los conflictos de toda una vida, los sentimientos, las múltiples decisiones morales, se agolpan en la playa terrorífica. Una hora son dos años. Un día media vida. El tiempo corre. El amor, el odio, la venganza, las dudas, el arrepentimiento, la pérdida… todo agolpado en un frenesí y una angustia inesperada.
La influencia (conceptual) de El ángel exterminador de Buñuel es evidente. Shyamalan en vez de poner el acento en las relaciones sociales lo pone en el yo, en un encierro consigo mismo para dirimir qué es lo importante y lo que no.
Me encanta ese plano: Shyamalan tras la cámara, el director como mirón, el voyeur de las vidas, el dios que observa a sus personajes, el director como director. También me gusta cómo filma la secuencia del parto.
Debió centrarse en el drama. O al menos a mí me habría gustado que lo hubiese hecho. Tal vez a ti te gusten los otros aspectos. Tal vez ninguno. Su intento de contar un poco de todo me da la sensación de dispersión. Pero él a su bola. Inclasificable.
Incuestionablemente angustiosa.

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