18/7/21

Gaia

Es verdad que, con ese título, uno ya puede imaginarse por dónde van los tiros. Pero la verdad es que no esperaba tal nivel de moralina, catequesis ecológica, falta de sutileza y, digámoslo, de inteligencia.
No puede ser que dos guardabosques sean tan torpes. El modo de perder el dron, mojar el walkie-talkie (y que siga funcionando sólo cuando conviene), meterse en una ciénaga… Una cosa es aceptar cierta inverosimilitud y otra es forzar las cosas para que ocurra lo que quieres.
Siempre sucede: lo ideológico suena mal porque no está bien contado formalmente. De hecho, la defensa de lo ecológico acaba volviéndose en su contra. El padre y el hijo, aislados en el bosque, acaban siendo un par de memos. Las contradicciones no se arreglan con secuencias oníricas.
Lo de la seta antropomorfa me daba risa en vez de miedo, así que el objetivo de la película no me alcanzó en ningún momento. El terror se vuelve ridículo cuando se transmuta en comedia involuntaria.
Me ha parecido una bobada enorme.

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