First Cow

Un western principalmente contemplativo en el que se habla poco y pasan pocas cosas. A mitad de la película, a la hora de metraje, ocurre el primer gran giro: logran vender los pastelillos realizados con la leche obtenida, ilegalmente, de la primera vaca que hay por aquellos lares.
La película empieza en la actualidad, cuando una joven encuentra un par de esqueletos. Enseguida nos trasladamos al pasado para ver cómo ese osario llegó allí. Y lo que presenciamos es la historia de la amistad entre Otis Figowitz “Cocinero” y King-Lu, un par de hombres bien distintos que tratan de buscarse la vida en el viejo y sucio Oeste, con sus sueños, sus aspiraciones y sus deseos de salir adelante.
Me ha gustado. Y no tengo nada en contra de que sea contemplativa. Ahora bien, dos horas de metraje le vienen largas y algunos pasajes se los podían haber ahorrado. Creo yo. La historia de esa amistad está bien narrada y, hasta cierto punto, me hace gracia por su ironía, por esa absurda tragedia, porque cualquier cosa material vale más que la vida de un hombre, porque allí se negocia con todo, incluso con los botones de un abrigo o un tenedor roto.
Para público minoritario aunque tampoco es que sea sesuda o compleja. Es de Kelly Reichardt, la directora de Meek’s Cutoff, y eso ya te puede dar una idea.