Lo
de un mono asesino no es del todo nuevo. Edgar Allan Poe tenía un relato
sobre ello. Y recuerdo que, en un capítulo de Frasier, especulaban con la posibilidad de que un mono hubiese
sido entrenado para disparar.
Es
menos común que el mono pueda ser interrogado.
El
propio David Lynch se ocupa de la ardua tarea. Un crimen pasional
que implica a una gallina llamada
Toototabon.
Cortometraje
de 17 minutos rodado en blanco y negro, a medio camino entre el cine negro y el
expresionismo. No se pueden sacar muchas conclusiones ni explicar grandes
cosas. Es ese cine absurdo en el que Lynch se mueve como pez en el agua, entre
lo supuestamente trascendental, lo vacilón y el entretenimiento divertido sin
más.
Obviamente
es más interesante su apartado estético que el contenido, con diálogos delirantes
y situaciones extravagantes.
Hay
que verlo. Si te gusta, genial. Si no te gusta, pues también genial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario