Es
curiosa la tradición puritana anglosajana. En la tradición católica preocuparía
más que te acusaran de ser un malnacido destructor de la buena reputación de
una persona que de acostarte con alguien. Para los yanquis no. Muchos
periodistas (yanquis) han defendido que Kathy Scruggs no se acostó con un
agente del FBI. Pero no han desmentido, en ningún momento, que fuese una
malnacida destructora de la buena reputación de Richard.
En
cualquier caso la película es bastante buena. De las mejores de Eastwood
en años. Critica ese periodismo sucio, amarillento, carroñero que tanto se da
hoy en día, la búsqueda de la fama pisoteando a cualquiera, el sensacionalismo
para lograr el éxito.
Tiene
escenas rodadas de manera imponente, tanto las que se prestan al espectáculo
(el atentado) como las más reposadas (los interrogatorios). Y, en medio del
drama, tiene apuntes cómicos muy ingeniosos sin que chirríe. Me encanta la
iluminación, cómo usa las sombras. Vaya forma de rodar los interrogatorios. La peli merecería la pena sólo por eso. No es un interrogatorio realista, es una atmósfera, un estado de ánimo, la esencia de los personajes.
La
peli podía ser mejor. La cosa judicial no me gusta (cuestión personal). Pero
hay otro tema más objetivo que sí perjudica. Jewell, su entorno familiar (pero
qué grande es Kathy Bates) y sus amistades están muy bien tratados.
Humanos y creíbles. Sin emabargo los antagonistas (Olivia Wilde y Jon
Hamm) son estereotipos, eso le quita cierta credibilidad a toda la
historia.
El
año empieza bien. Y, mañana, seguimos con El oficial y el espía, otra historia sobre difamación.
Parece significativo que las dos primeras pelis del 2020 tengan el mismo tema.
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