Su
apartado estético tiene una fuerte personalidad, unas ideas muy claras de cómo
quieren el diseño de cada cosa: personajes, juguetes, casas, ambiente… Un
diseño verdaderamente cuidado, muy elaborado. También es muy reseñable cómo
usan la luz. Sin virguerías ni excesos, muy calculadamente.
A
la trama podría ponerle algunos peros. Sin embargo es preferible destacar lo
bien que desarrolla los presupuestos iniciales, cómo se remonta a un cuartel
militar, la casa paterna, el viaje, el trabajo para lograr los objetivos… y
cómo todo ello da como resultado una leyenda. Sergio Pablos, para
construir esta película infantil ha bebido mucho cine clásico. Lleva en el ADN
a Ford, a Capra, a Wilder… Su esencia, no sus formas.
Lleva a esos directores en el consciente y en el subconsciente.
Se
hace muy fácil pasar por alto sus defectos, entre otras cosas porque el
lenguaje de animación para niños requiere ciertos códigos.
No
me extraña que esté ganando premios por donde quiera que va. Salvo en casa,
claro. Aquí no podían darle el Goya. Cabría pensar que todos esos artistas
serían capaces de ver la calidad que hay en esta cinta. Buñuel en el laberinto de las tortugas, va más en su línea
ideológica, es verdad, pero su simplismo estético (que no sencillez) resulta preocupante.
Si hubiesen leído a Buñuel habrían visto que la película no le hace
justicia.
Klaus tiene detrás a un
equipo artístico que sabe lo que es la abstracción figurativa, escribir un buen
guión y darle cuerpo con agilidad. Porque el ritmo también es impecable.
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