Cuando
los responsables de una peli alegan como mayor mérito que su producto es para
mayores de 18 años significa que nos enfrentamos a una catástrofe.
Sobre
todo porque eso de la mayoría de edad afecta exclusivamente a las escenas de
violencia. Psicológica e intelectualmente está al nivel de desarrollo de un
niño de 8 años. Qué humor tan primario, qué diálogos tan pobres, qué guión tan
básico. Y con ese espantoso desenlace con conversación moralizante tipo Disney.
Es
también otra de esas películas que desperdicia un reparto de intérpretes
solventes.
Citemos
algo positivo: la galería de monstruitos, casa raruna incluida. Me gustó toda
esa variedad de bichejos que pululan por ahí, especialmente los duendes que
sustituyen a la bebé.
Muchos
mamporros pero con poca razón argumental que los justifique. Tampoco le veo
mucho sentido a que nos vuelvan a contar el origen de Hellboy. Y peor contado
que en la versión de Guillermo del Toro.
Neil Marshall es el responsable. No
sé qué le ha pasado a este hombre pero su concepción de Hellboy es otra nota negativa a su irregular carrera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario