Es
incluso posible que la película sea buena. Pero nunca lo sabremos porque la
cámara se mueve tanto que no nos la deja ver. Peter Berg es uno de esos
directores que piensa que si no tienes dinero, tiempo o ganas de coreografiar
una pelea, mover la cámara a la loco funciona igualmente bien. Y se equivoca.
La pelea del laboratorio médico, por ejemplo. Apenas es posible ver un puñetazo
en condiciones pero eso sí: de repente te pone en cámara lenta unos cristales
que saltan por el aire.
Creo
que he dejado claro que, técnicamente, deja mucho que desear. Pero es que la
trama tampoco da para mucho. En realidad da para muy poquito. Trasladar a un
tipo de aquí hasta allí. 22 millas. Con tiroteos de por medio si la cámara nos
permitiera verlos. Y lo malo es que transcurre más de la mitad de la película
hasta que el traslado empieza.
Técnicamente
floja, argumentalmente floja. Cabría pensar que se han currado el final. Pues
no. Es un giro de supuesta sorpresa que no sólo no sorprende sino que te lo
esperas y te deja totalmente frustrado.
Pobre
Mark Walhberg. Es verdad que el papel es muy de su estilo, pero no hay
nada rescatable en esta película.
No hay comentarios:
Publicar un comentario