1/10/18

Milla 22


Es incluso posible que la película sea buena. Pero nunca lo sabremos porque la cámara se mueve tanto que no nos la deja ver. Peter Berg es uno de esos directores que piensa que si no tienes dinero, tiempo o ganas de coreografiar una pelea, mover la cámara a la loco funciona igualmente bien. Y se equivoca. La pelea del laboratorio médico, por ejemplo. Apenas es posible ver un puñetazo en condiciones pero eso sí: de repente te pone en cámara lenta unos cristales que saltan por el aire.
Creo que he dejado claro que, técnicamente, deja mucho que desear. Pero es que la trama tampoco da para mucho. En realidad da para muy poquito. Trasladar a un tipo de aquí hasta allí. 22 millas. Con tiroteos de por medio si la cámara nos permitiera verlos. Y lo malo es que transcurre más de la mitad de la película hasta que el traslado empieza.
Técnicamente floja, argumentalmente floja. Cabría pensar que se han currado el final. Pues no. Es un giro de supuesta sorpresa que no sólo no sorprende sino que te lo esperas y te deja totalmente frustrado.
Pobre Mark Walhberg. Es verdad que el papel es muy de su estilo, pero no hay nada rescatable en esta película.

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