-Ni
siquiera Jesús estaba siempre en el Huerto. Tú siempre estás en el Huerto. Para
ti, cada hora, es la hora más oscura.
Paul Schrader no es Lars von
Trier ni es Dreyer ni es Tarkovsky. Le gustaría serlo, me
parece. Pero no lo es. Tiene inquietudes trascendentes y sabe que, explicar la
trascendencia en el cine, debe hacerse desde la forma. Se adentra en un drama
donde sus personajes pasan por una noche oscura. La lucha entre la fe y la
materia. Todos ellos con un pie en la desesperación. Entiendo que le guste Thomas
Merton (Él tampoco vivía en el mundo
real). Pero le falta algo para estar a la altura de los grandes: metáforas,
símbolos.
Ethan Hawke es un pastor
calvinista castrense que perdió a su hijo en la guerra. Amanda Seyfried
es una mujer embarazada, pero su marido quiere que aborte porque no soporta
traer a un niño a este mundo. Y es posible que el marido planee un atentado
terrorista.
Tiene
reflexiones atrayentes, enfoques peculiares, planteamientos que son,
evidentemente, fruto de las propias reflexiones de Schraeder. Sí, es
sugerente y me interesó en muchos momentos. Pero le falta esa sutileza que hay
en los símbolos y, a la postre, me cuesta creerme las decisiones desmedidas de
los personajes precisamente por eso, no por la falta de realismo. Hay que ser
muy sabio para dominar los extremos. Y como si quisiera compensar la ausencia
simbólica, de pronto, coloca esa escena onírica que rompe, en mi opinión, la
intensidad de la tragedia. El final me parece una solución demasiado fácil.
Pese
a todo es interesante y, desde luego, por encima de la mediocridad habitual,
con algo que contar. Una película poco común.
Muy
buenas las interpretaciones de los dos protagonistas.
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