-La
ley de Newton. O la de Murphy. Una de ellas.
Dicen
que Crimson Lake es un lugar para los locos y los inadaptados y que
quizá ya no hay sitio para uno más. Alli viven Ted Conkaffey y
Amanda Pharrell, la pareja de investigadores privados más atípica
que existe, esta vez con su relación profesional ya formalizada.
Los
criminales del mundo no saben lo que se pierden si viven en países
sin
cocodrilos. En Australia tienen esa
costumbre inveterada de echar la gente a los cocodrilos. Eso
dificulta las cosas a los polis. Aquí empezamos quemando a alguien.
No
es una serie perfecta, hay cosas que pasan por conveniencia y otras
que aparecen súbitamente. Pero como señalé en la primera temporada
está bien escrita, los personajes están bien desarrolladas y,
aunque hay muchos, logra que los sitúes fácilmente con un par
de rasgos definitorios.
Luego
hay muchos pequeños detalles que me gustan: ese comentario de las dos
señoras haciendo ganchillo (Otro
que se volvió loco)
o ese
momento, tras el accidente de coche, cuando vuelve a por el sombrero…
En
fin, cosillas de esas que aportan una sensación de familiaridad
cotidiana.
Amanda
no subía a coches, si recuerdas. Está en proceso para hacerlo. Y
tendrá que hacerlo. Pero es muy divertido ver lo rápido que se
baja.
La
temporada apuntaba a que era el final de la serie. Primero porque
tardó dos años en llegar y, segundo, porque no sólo estaban
cerrando la investigación de esta temporada sino de los flecos que
quedaban sobre el pasado de los protagonistas. Sin embargo, el giro
final, podría permitir que esto siguiera. A mí me parece bien.
-Las
estupideces las hacemos juntos.
-El
lema de la empresa.
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