8/7/24

La estrella azul

-No es más aguda. Es que estás empezando a escuchar más cosas.
1996. Mauricio es roquero. Tiene grandes aspiraciones musicales pero algo no acaba de llenarle y se droga. Un día decide partir en busca de la música auténtica, a Argentina, inspirado por Atahualpa Yupanqui. Allí busca a don Carlos.
La película arranca con unos cuantos juegos visuales y sonoros, montaje que se entremezcla. Nada más empezar vemos el guion de la película sobre una mesa que dice lo que acaba de pasar en la película. O igual no. Al poco el protagonista sale del ascensor a una sala y él ya está en la sala. Allí ve un documental en la tele y se ve a sí mismo en el documental. Y lo que allí se dice se lo dice en realidad su novia, que está en el sofá. Es un modo muy interesante de mostrarnos el mundo onírico, confuso e inseguro de Mauricio. Veremos algo similar con otro personaje, borracho, en un bar.
Luego saltamos a Argentina y se vuelve más lírica, más pausada, deleitándose en canciones durante una sobremesa, en conversaciones familiares, en fiestas de barrio. Es el ritmo que Mauricio tiene que adquirir antes de poder tocar la guitarra, capturar el alma, no perseguir la canción sino dejar que venga a él, saber escuchar la vida.
Y regresamos a España. Por alguna razón Mauricio se ha venido muy arriba. A partir de ahí el guion es imprevisible. A una escala que no te puedes imaginar. Rompe la cintura de continuo. Tiene momentos que, cómo diría, es innegable la influencia de Abbas Kiarostami.
Me sorprende la naturalidad de las interpretaciones. Javier Macipe tiene muy claro lo que quiere contar y cómo quiere contarlo.
Una historia entrañable, una mezcla extraña de melancolía y humor, un toque de realismo mágico y otro de, sospecho, vacile.

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