Hay
una chica que desapareció hace 17 años y cuyo caso ya se cerró.
Hay el incendio de una casa en un lago. Hay una chica embarazada que
se arroja por una ventana.
No
parece haber un crimen real, actual. Pero la detective Ember empieza
a ligar cosas alrededor de su fallecido esposo. Cosas que se vuelven
progresivamente sórdidas.
Alrededor
de Ember y del caso hay una hija, una madre, una podcáster, un
detective privado…
Me
gusta mucho su estructura. Justo en la mitad aparece el primer crimen
tangible, del presente. Y entonces ya estamos muy puestos en lo que
pasa porque los interrogatorios de Ember llevan 2 capítulos dándonos
contexto. En general me gusta todo el drama, las relaciones entre los
personajes. Es un ambiente muy turbio, sin referencias morales, con
consecuencias dolorosas.
Lo
que menos me gustó fue la resolución, uno de esos giros que se
antojan innecesarios. Es una serie muy realista y bien construida
pero repentinamente se siente obligada a ofrecer una sorpresa que
nadie pedía. Y, por otra parte, dan marcha atrás enseguida en las
derivaciones posibles. Pienso que esto hace que se resienta bastante
la historia. Termina por resultar decepcionante, forzada.
Son
4 capítulos. No 6. Ni 8. Parece mentira que haya que elogiar estas
cosas pero es así: tiene el metraje que necesita.
Hay
un guiño a una frase que Doctor Who decía a Jenna
Coleman. Lo repiten con una ligera variación: un misterio
envuelto en un enigma envuelto en ropa económica de oficinista.
Buenas
interpretaciones del reparto. Jenna Coleman se lleva casi todo
el protagonismo. Todo es muy tristón y deprimente, así que si
buscas un poco de alegría veraniega no es lo adecuado.
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