Cada
loco con su tema. Si Coppola
peleó 40 años por sacar adelante su Megalópolis,
David
Allen
soñó con este proyecto desde los años 70. La película moría y
resucitaba cada cierto tiempo con problemas de financiación hasta
que el propio Allen
falleció en 1999.
Pero
ahí estaba casi todo: guión, storyboard,
marionetas, stop
motion...
Faltaba un último empujón. Y aquí está: una historieta con trama
a lo Edgar
Rice Burroughs,
con estética a lo Harryhausen
y alma de aventura setentera. Estrenada en 2023.
Un
grupo de sherpas caza un Yeti en el Himalaya. Desde una universidad
americana se organiza una expedición y encuentran un mundo extraño.
Imagino
que lo más difícil fue decidir acerca del tono: qué rodar con
estética setentera y qué rodar al modo moderno. Calidad de la
fotografía, estilo de las interpretaciones, efectos especiales,
mejora o no del stop
motion,
tratamiento del sonido… Hay cientos de variables a manejar. Me
gusta todo excepto un detalle: hablan demasiado, dan demasiadas
explicaciones. En las pelis de aventuras de los años 70 no se
necesitaban justificaciones para matar monstruos y llevártelos
ilegalmente a otro país.
Expediciones
exóticas, aventuras en la nieve, seres reptilianos, viajes a mundos
perdidos en el centro de la Tierra… Como retroceder 50 años para
contemplar una película con mirada de niño. Una dosis de nostalgia
absolutamente inesperada. Qué tramo final tan maravillosamente
retro. Una película apasionada por la esencia de la aventura.
En
esta época en la que los efectos especiales se comen la historia, me
ha parecido muy refrescante. Ingenua, invitando a que el espectador
imagine y ponga de su parte.
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