Esta
segunda temporada fue bastante errática. Sospecho, no puedo
asegurarlo, que Lena
Headey
tenía otros compromisos y todo el tinglado del Faro 23 se adaptó a
las necesidades de la actriz. Es decir: rellenaron hasta que ella
estuvo disponible.
La
base de la primera temporada estuvo en el Artefacto. Ahora tuvo tan
poca relevancia que solamente se lo mencionaba en alguna ocasión.
Pensé que la serie lo había archivado, que era otro el tema
principal (las IA). Pero resulta que no. El último capítulo nos da
lo que debió darnos el primer episodio.
Así
que, ¿con qué rellenaron los primeros 7? Otra característica de la
primera temporada era su carácter episódico: cuentos de gente en
ese faro solitario. Esta segunda temporada, sin embargo, tiene dos
líneas: las IA (Harmony tuvo una relevancia inesperada) y los
Sybarra. Estos últimos y Aleph se me hicieron pesadísimos. Los
Sybarra ocupan muchos capítulos y aportan muy poco. Y Aleph, qué se
yo, no me parece un buen villano. Poco inquietante, poco creíble, un
todopoderoso al que se le escapan muchas cosas. No hay reglas claras
con esas IA.
Finalmente
está lo de la memoria que, claro, cuando toqueteas demasiado y ya no
sabes lo que es verdad, mentira, reseteos, recomienzos, termina por
darte todo igual.
Cuando
finaliza la temporada tengo la sensación de que, por una parte, ha
avanzado muy poco y, por otra, es una serie totalmente distinta. Los
actores principales son otros, el objetivo es otro, las reglas son
otras.
Y
el presupuesto es bajísimo. Cosas como el salto de una nave a la
baliza
atravesando el espacio están resueltas de un modo paupérrimo.
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