4/1/23

El menú

Un barco te lleva a una isla donde está un restaurante muy exclusivo. 12 clientes por noche a 1250 dólares por persona. Gente que participa en una experiencia gastronómica única y, como descubrirán pronto, espeluznante.
Los inicios están muy bien. Hay un buen desarrollo de la tensión, de situaciones, de aspectos misteriosos. Y entonces estalla el acontecimiento revelador y pasamos a lo perturbador y lo terrorífico. Siempre con una carga de acidez bastante divertida.
Pienso que, a partir de ese momento, la película debió acelerar hacia su final. Prolongar los acontecimientos no acaba de funcionar. El único modo de sostener ese escenario habría sido profundizar en el contenido. Pero imagino que el director es lo que quiere evitar para no contradecirse: diversión contra frialdad, amor contra obsesión.
Decir que la película es una crítica al esnobismo es correcto. Pero es demasiado simple. Hay algo más que eso. Una búsqueda de la simplicidad, de conexión auténtica con la gente, de no aislarse del mundo. Disfrutar de las cosas sencillas. No digo que la película deba ser más explícita en su mensaje, pero creo que sí debió abundar en sus perspectivas para mantener la tensión. Cosas como la fuga de los hombres o seguir sirviendo platos no tiene mucho sentido.
Cuidan los pequeños detalles. Desde el instrumento de cocina Pacojet a esa vela que Slowik apaga con los dedos porque será encendida de nuevo de modo inesperado.
El reparto está muy bien. Ralph Fiennes está perfecto en su inquietante papel, Anya Taylor-Joy es el pez fuera del agua. Apoyan Nicholas Hoult, Hong Chau, John Leguizamo

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