21/1/23

Babylon

Me gustan las películas sobre el cine. Pero no las que nos están entregando últimamente. Su versión cínica y sórdida no tiene nada de realista.
Veo Babylon y pienso en Scott Fitzgerald. El mundo que describía el escritor en sus novelas mostraba las fiestas, la decadencia, los sueños rotos, la insoportable carga del hedonismo que conducía a un aburrimiento vital absoluto. Y lo hacía con una sutilidad (y buena escritura, claro) que Damien Chazelle no tiene ni el mejor de sus sueños.
Chazelle es desmadre, epilepsia, ruido, exceso. Entiendo que se haya alabado su montaje porque hay mucho corte, mucho plano, mucho trabajo, pero a mí no me convence esa esquizofrenia. El montaje es otra cosa, es saber poner las cosas en su sitio. Y aquí no lo están. Muy descompensada. 186 minutos muy agitados que, paradójicamente, se vuelven muchas veces soporíferos. A veces, también, extraordinariamente desagradable hasta el asco.
Presenciamos el final de los felices 20 y el comienzo de los 30 en Hollywood. Que no eran tan felices, que tras las bambalinas de rostros sonrientes se ocultaban dramas, depresiones, destrucción.
Desde luego la película es un derroche de dinero en la puesta en escena, el necesario para edificar esa Babilonia arrogante que toque el cielo. Y que se vendrá abajo con la aparición del lenguaje hablado. La comparación es obvia pero no está mal. Como digo lo que está mal es esa falta de sutilidad, ese deseo de impactar en cada fotograma es un exceso propio de quien aún no ha asimilado el lenguaje cinematográfico. Sí: Chazelle aún tiene que aprender el valor de impactar desde la moderación. Pero, claro, eso sólo se consigue con buenos guiones, que era lo que tenían en los años 20 del año pasado (aun mudos) y un siglo después hemos perdido al reemplazarlos con plantillas prefabricadas.
Pienso que aquí detrás está la influencia de El Gran Gatsby y de Hermosos y malditos. Pero acelerados para el público moderno de Fast and Furious, de la era Marvel. Y hay cosas que no.
El final, salto de 20 años, guiños, referencias, me parece un horror. Alguien desesperado por ganarse el favor de la industria, de suplicar patéticamente el Oscar.
Por cierto: ni siquiera parece haber investigado mucho sobre el Hollywood de los años 20. Quiero decir que muy grandilocuente y muy poco que contar.

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