16/11/20

La vida por delante

 
-La felicidad y yo no somos de la misma raza.
Hay 200 películas similares a ésta. Pero no tienen a Sophia Loren.
Es convencional. Una de esas películas compuesta por una galería de personajes rotos, con un pasado de vida dura detrás.
Sophia Loren encarna a una exprostituta que ahora cuida de los hijos de otras prostitutas. Un médico le pide que se haga cargo de un niño inmigrante durante un tiempo. Y aunque haya otros 200 papeles así, ella, a sus 86 años, tiene una naturalidad tan imponente que aceptas todo lo que te echen. Momó, el chaval, a su lado, está perfecto. Componen un dúo que logra enganchar.
Es un drama sobre inmigración y lo que la envuelve. Se siente especialmente fuerte por su realismo, no porque cargue las tintas. La galería de personajes angustiados, destrozados, desesperanzados, aparece como lo cotidiano, lo normal. Sobreviviendo a día a día. Son meros apuntes que sugieren más que muestran, dejando a la imaginación del espectador el miedo que hay detrás.
En ese mundo los judíos, los musulmanes, las prostitutas, drogadictos, transexuales, ancianos, se unen y forman extrañas relaciones de amistad, casi de familia, por un nexo común: el dolor. Todos tienen detrás la pérdida. Y la vida por delante.
Pese a sus clichés y lugares comunes, hay un puñado de buenas ideas (la leona, la batcueva) y otro puñado de buenos momentos.

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