Serie
belga (en flamenco), no oculta sus deudas con Seven. Pero el criminal parece que no mata a sus víctimas. Las
tortura dejándolas en su punto. Por ejemplo quema a alguien y, cuando ya está
churruscado, apaga el fuego.
Se
hace llamar Mozes (Moisés) y aplica los 10 mandamientos estrictamente. Quiere
recuperar valores tradicionales, un poquito de orden en la sociedad, un mundo
mejor. Y mucha gente conecta con eso. Hasta los polis sienten cierta empatía
cuando empieza a castigar a pedófilos. Y surgen imitadores y no se puede
controlar todo y las cosas se van de las manos.
Un
poquito tramposa pero bastante maja. No carga la mano en aspectos morbosos y se
interesa más por la psicología de los protagonistas. El poli veterano y la poli
joven que llega de Operaciones Especiales pues tiene la espalda fastidiada tras
un accidente. Y la responsable de informática y otros compañeros que van y
vienen por causas diversas.
Me
sorprendió que aguantara el tirón de los 10 mandamientos (y tres capítulos más)
sin volverse repetitiva o cansina. Poco a poco vamos descubriendo qué hay en la
vida de cada uno, en sus familias, en sus traumas.
Algunas
cosillas no me gustaron: la escena de la moto con los dos enfrentados (no tiene
sentido), algunos arcos personales sin cerrar…
El
conjunto es bueno, con una atmósfera bien conseguida y sostenida.
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