Tratando
de minimizar daños materiales, los 5 policías más descerebrados de Corea
provocan un accidente con 16 coches implicados. Tras una reprimenda (otra)
andan un poco perdidos. Deciden comprar un local de pollo frito como tapadera
para vigilar a unos narcotraficantes. Y aunque detener criminales no se les da
bien, lo de cocinar pollo frito empieza a ser un éxito.
Es
ridícula de principio a fin. Ese histrionismo tan característico de comedias
orientales aquí lo exacerban al máximo: se gritan, se pegan entre ellos, tienen
accidentes estúpidos…
Reconozco
que, cualquier otro día, la machacaría. Pero ayer, por alguna razón, era justo
lo que necesitaba. Tampoco es que me parezca un clásico de la comedia, pero me entretuvo
decentemente y me hizo reír a ratos.
La
película deja algunas pistas leves pero se guarda el as en la manga para
descubrirnos, al final, quiénes son realmente esos 5 polis. En narcóticos,
dicen, ponen a los más locos. Puede, pero también son algo más.
Ya
sabes que Corea imita muy bien el cine de Hollywood cuando quiere. Así que
sirven una pelea final larguísima, exhaustiva, innecesaria. Y los mamporros
entre la malota mafiosa y la única poli del grupo tenía que llegar.
Me
habría gustado que le sacaran más partido al programa televisivo sobre restaurantes.
La
peli fue un exitazo en Corea.
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