26/2/25

Uno, dos, tres

No es que sea una de las mejores comedias de la Historia del Cine. Es una de las mejores películas de la Historia del Cine. Es una comedia que hay que ver para saber cómo hacer una comedia, para saber cómo no hacerla y para darse cuenta de lo que separa al genio del mediocre.
Billy Wilder se superó con esta historia. Escribió y dirigió. Y soltó bofetadas a nazis, comunistas y capitalistas. James Cagney está tan acelerado durante toda la película que te planteas cómo es que no tuvo un infarto. Por cierto, tal vez sea la película con un ritmo más brutal que he visto en mi vida. No da respiro.
MacNamara representa a Coca-Cola en en el Berlín occidental durante la Guerra Fría. Y el jefe de Coca-Cola le pide que se ocupe durante unos días de su alocada hija. Cuando ella se enamora de un comunista del otro lado del Muro…
Es una de esas películas que observas estupefacto. Qué personajes tan logrados, qué montaje tan acelerado, que imaginación, qué secuencias tan hilarantes e, incluso, qué persecuciones…
Esos tejemanejes entre los dos lados del Muro, los agentes soviéticos, la secretaria, las idas y venidas, los giros de guion…
Wilder pone en todos sus personajes esa mirada humana, humorística, cínica. Pero a la vez cada uno con sus peculiaridades. Atento también a la banda sonora. El uso que hace de La danza del sable es flipante. Hay que hacer una mención a Liselotte Pulver. Creo que nunca volví a ver nada de la actriz suiza pero aquí estaba inmensa. Y sorprende que en su país interpretara, sobre todo, papeles un poquito de marimacho, cosa que demuestra su versatilidad.
No sé cuántas veces he visto esta película. Mi comedia favorita junto con La fiera de mi niña. Ante eso que llaman comedias modernas me dan ganas de gritar: Mirad, por favor, Uno, dos, tres. Y luego volved a escribir el guion.

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