No
es que sea una de las mejores comedias de la Historia del Cine. Es
una de las mejores películas de la Historia del Cine. Es una comedia
que hay que ver para saber cómo hacer una comedia, para saber cómo
no hacerla y para darse cuenta de lo que separa al genio del
mediocre.
Billy
Wilder
se superó
con esta historia. Escribió y dirigió. Y soltó bofetadas a nazis,
comunistas y capitalistas. James
Cagney
está tan acelerado durante toda la película que te planteas cómo
es que no tuvo un infarto. Por cierto, tal vez sea la película con
un ritmo más brutal que he visto en mi vida. No da respiro.
MacNamara
representa a Coca-Cola en en el Berlín occidental durante la Guerra
Fría. Y el jefe de Coca-Cola le pide que se ocupe durante unos días
de su alocada hija. Cuando ella se enamora de un comunista del otro
lado del Muro…
Es
una de esas películas que observas estupefacto. Qué personajes tan
logrados, qué montaje tan acelerado, que imaginación, qué
secuencias tan hilarantes e, incluso, qué persecuciones…
Esos
tejemanejes entre los dos lados del Muro, los agentes soviéticos, la
secretaria, las idas y venidas, los giros de guion…
Wilder
pone en todos sus personajes esa mirada humana, humorística, cínica.
Pero a la vez cada uno con sus peculiaridades. Atento también a la
banda sonora. El uso que hace de La
danza del sable
es flipante. Hay que hacer una
mención
a Liselotte
Pulver.
Creo que nunca volví a ver nada de la actriz suiza pero aquí estaba
inmensa. Y sorprende que en su país interpretara,
sobre todo, papeles un poquito de marimacho, cosa que demuestra su
versatilidad.
No
sé cuántas veces he visto esta película. Mi comedia favorita junto
con La fiera de mi niña.
Ante
eso que llaman comedias modernas me dan ganas de gritar: Mirad,
por favor, Uno,
dos, tres.
Y luego volved a escribir el guion.
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