24/2/25

El maestro del crimen

Es otro ejemplo absurdo de distribución. Se estrenó en cines de España el 13 de diciembre. Sin publicidad, sin aviso,
¡sin otros mercados! Recaudó, lógicamente, unos irrisorios 4000 euros. Luego, a comienzos de este mes, se estrenó en Kuwait y Líbano. Y el día 21 la ofrecen en plataformas en Estados Unidos. Es tan extraño que sé que investigar más me llevaría mucho tiempo. David Lynch no hizo una peli sobre los canales de distribución porque son demasiado surrealistas.
Dolinski (Christoph Waltz) es un sicario pero ya está mayor, tiene artritis y le han operado de la mano. Así que le encargan que entrene en el oficio a Wihlborg (Cooper Hoffman) un chaval de la generación Z que no bebe alcohol, evita carbohidratos y se pinta las uñas. Anata (Lucy Liu) les acompaña a un trabajo en Belfast.
Opción 1: rodar una peli de guerra entre mafias. Opción 2: rodar una peli de colegas con toques de humor. Opción 3: rodar una de acción. Opción 4: lo que hace Simon West y jugársela. No aprovecha ninguna de las primeras tres cosas (aunque hay un poco de cada) y apuesta por el drama intimista, las motivaciones de los personajes, por qué alguien se convierte en sicario, por qué alguien quiere una vida aburrida, por qué es tan difícil llevar una vida normal.
Rarita. Arriesga y no le sale bien. Hay buenos diálogos. También hay personajes y situaciones potencialmente interesantes, pero como no hay un estilo definido, un punto de anclaje fuerte, nunca sabes a qué atenerte. Esos diálogos reflexivos acerca del sentido de la existencia suenan, cómo decir, como si fuesen de otra película. Pero lo mismo se podría decir del drama, la comedia o la acción.
No me aburrió, advierto, se sigue bien y me hizo estar pendiente de qué pasaría a continuación. Pero tampoco llegué a implicarme y me dio igual si vivían o morían al final. Cualquier opción me habría dejado indiferente.

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