Por
eso debió conservarse el título original, La
nuit se traîne
(La
noche se prolonga),
para mantener el espíritu de la letra de Petula.
Un
cerrajero acude a la llamada de una chica llamada Claire. Pero cuando
Mady Bala abre la puerta descubrirá que Claire no se llama así y
que aquella no es la casa de la chica.
Una
de esas películas ceñidas a una noche de violencia. El protagonista
es una víctima colateral. Su vida queda en peligro y tratará de
sobrevivir a cualquier precio. Me llama la atención su tono sórdido,
sucio, enfangándose en burdeles, torturas y momentos de violencia
bastante crudos. No es simplemente una de acción para
entretenerse.
De
fondo tenemos una manifestación en Bruselas del Black
Lives Matter,
una
protesta por la muerte de un chico negro.
No
voy a decir que el director sea muy bueno pero hay que reconocerle
que ha digerido bien el cine que ha visto, sabe poner la cámara y
hasta se luce con secuencias en travelling
como la de la fuga en bicicleta. La
planificación es muy solvente, con secuencias potentes. Aunque sea
de noche me parece que a veces la fotografía es demasiado oscura.
En
general la ejecución es fluida. En algún momento, la incesante
persecución, puede cansar un poco. El final es demasiado abrupto
pero extrañamente satisfactorio.
Romain
Duris
pone cara al jefe malote.
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