9/2/25

El nuevo empleado. Temporadas 1 y 2

-Encuentra un bolígrafo, clávaselo en la oreja y revuélvele el cerebro.
Suposición: no vi la primera temporada en su momento porque la principal impronta que recibí fue la palabra “abogado”. Certeza: me he puesto con ella cuando he leído “espías de la CIA”.
Owen es un joven insensato que entra a trabajar como abogado en la CIA. En menos de una semana ha recibido una citación del Senado, le han arrancado las uñas en Yemen, le han disparado, le ha explotado una bolsa con ácido en Phoenix y está jugando un peligroso juego con una mujer encarcelada. Y duerme poco.
Y, además, es una serie muy graciosa.
Buenos personajes, trama tal vez demasiado compleja para lo que tiene que contar, con ritmo, divertida y, sobre todo, un tono, un estilo, un aroma especial que no le he visto a ninguna otra serie de espías. Como si estuviésemos en un piso de universitarios descerebrados que deciden el destino del mundo. Tal vez se acerca tangencialmente a Killing Eve.
Me gusta, muchísimo, el personaje de Janus, ese abogado a punto de tener un infarto en cada segundo. Me gustó en la primera temporada sin apenas protagonismo y cuando tuvo más relieve en la segunda se convirtió en un personaje cómico fascinante.
Él acompaña a Owen (y al espectador) a Corea del Sur. A Owen le pasan cosas. Pero, reconozcámoslo: un poquito sí que se lo busca. Existe cierto nivel de chulería que no conviene sobrepasar. Y él no hace caso a esa línea. La unión de actores americanos y coreanos les ha salido redonda.
Y lo más interesante, un tema que no había aparecido (que yo sepa) en series y películas, algo en lo que nunca me había parado a pensar, algo que probablemente pocos inversores han considerado: las criptomonedas rastreables.
Lo más débil: en la segunda temporada ya vale casi todo. Lo que la hace muy divertida pero pienso que llega a resentirse la trama un poco.
¡Ah! Y Nathan Fillion aparece de cuando en cuando.

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