Me
sigue pareciendo una serie muy entretenida, bien enfocada a su
público (con matices), pero creo que ya acusaba
desgaste. Ciertas cosas debieron superarse,
como esa vuelta al cole
del capítulo 4. Ya vimos el entrenamiento de Rider en la primera
temporada, dedicar un capítulo entero a un nuevo entrenamiento con
los malos es superfluo. Por otro lado fatiga, después de tres
temporadas, que siguieran
con lo de: luego
te cuento lo de tu padre.
A mí ya me daba
igual su padre.
Sí
me gusta mucho su ambigüedad. Pero eso que a mí me gusta creo que
es lo que más difícil les resulta a los adolescentes y creo que ahí
es el único punto en que fallan (que es el más importante). Un
quinceañero ve las cosas en blanco y negro. El otro día hablé con
un chico de 17 años y me comentó que la había dejado hacía tiempo
porque no sabía quiénes eran los buenos y quiénes los malos.
A
mí me pareció muy significativo. Esta serie para gente joven es
mucho más compleja, moralmente hablando, que, pongamos por caso,
James
Bond.
James
Bond
puede matar lo que quiera pero es el bueno. En Alex
Rider
no sabes si el MI6 es más malo que Scorpia. Y ahí está Alex
tratando de saber en qué bando jugaba su padre.
Es
también una serie sobre la relación padre e hijo. Un adolescente
normal descubre que sus padres no son perfectos. Alex descubre cosas
muy perturbadoras (o debería descubrirlas porque luego
nos lo cuentan).
Desde
un ángulo fílmico me parece que sólo han desarrollado la parte de
Alex. Sus amigos están bastante abandonados y Vicky
McClure
con todo el MI6 detrás son un mero adorno hasta el capítulo 6.
Julia
Rothman (Sofia
Helin)
es una gran mala.
No
sé si habrá más Alex
Rider
pero han cerrado una etapa y eso es bueno. Debieron cerrarla hace
tiempo. Ahora es la ocasión de una nueva aventura sin tantas
ataduras.
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