6/8/24

Daddio

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Olían a alcohol, sudor y flores.
Una chica sube a un taxi. Ella comenta asuntos vagos de su vida pero el taxista, una especie de Sherlock Holmes emocional, disecciona su vida.
Iba a decir que Sean Penn es como un psiquiatra pero, en realidad, es justo lo contrario. En vez de hacer preguntas para que el paciente se vaya descubriendo, le arroja de golpe la verdad que habría tardado años en descubrir.
Es una película muy cínica. Y muy realista. Ambos personajes exhiben sus problemas, sus pecados, su vulgaridad. Y sí, también el deseo de esa lluvia tan real como metafórica que los lave, un deseo de redención que ven lejos, muy lejos, tal vez imposible.
Puede resultar incómoda por la crudeza con que se exponen ciertos temas. Creo que la planificación también lo busca. Quiere que el espectador sienta rechazo. No es que sea una planificación fea, pero sí es rutinaria, como si tras los errores humanos estuvieran los monstruos bajo la cama, el vacío de lo repetitivo.
Creo que Locke era más interesante: por el objetivo, el modo de plantearlo y la resolución. Esto es más melodramático. Creo que el principal mérito de la directora es que no se le vaya de las manos la narración de las vidas tristes y las vicisitudes que ambos atravesaron. Sean Penn compone a un hombre de pasado bastante canalla, tóxico, para abrir los ojos de una escandalizada Dakota Johnson que, en el fondo, sabe que es cierto lo que le dicen.
Es evidente la teatralidad de la historia y el poco interés en salir del formato. Obviamente el guion lo es todo y, ahí, debió ser algo más.

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