Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
Darby
es drogadicta. Escapa del centro de rehabilitación. Una tormenta de nieve la
obliga a detenerse en un refugio. Hay cuatro personas. Y una niña secuestrada
en una furgoneta en el exterior. La
película es modesta, está bien rodada y maneja con soltura la tensión que nunca
decae. En su contra están ciertos giros y, sobre todo, esas decisiones torpes
de los protagonistas de dejar vivo a este tipo o aquella tipa para luego volver a
enfrentarlos. Es
una película de suspense que en ocasiones recuerda a Los odiosos ocho en un nivel puramente epidérmico. Sospecho que ese comentario sobre cerrar la puerta que entra frío, es un guiño. Cuando Darby
encuentra a Jay, la niña secuestrada, sabe que tiene que rescatarla, pero
tampoco puede sacarla de la furgoneta debido al mal tiempo. Dentro esperan
potenciales enemigos. El
final me enervó un poco. Sé que así funcionan las reglas de este tipo de cine
pero eso de amenazar, no disparar, charlar, vuelta a la tortilla, ahora te
tengo yo, me agotó un poco. En
cualquier caso, como digo, tiene una planificación decente, buena fotografía y Havana
Rose Liu hace una esmerada interpretación.
Étienne
Carboni es actor. Se ofrece a dar unas sesiones de teatro en una cárcel.
Étienne piensa que Esperando a Godot
está especialmente escrita para los presidiarios. Teatro del absurdo para
tratar de encontrar sentido a la vida, una obra absurda para hallar esperanza. E
intentará que les den permiso para representarla en un teatro de verdad. No
es una película nada fácil. Basada en una historia real su fundamento resulta
convencional. Pero el director no toma el camino fácil. Imagen realista,
montaje fragmentado, repetitivo, vemos los ensayos una y otra vez. No hay
concesiones a lo sentimental, apuesta por un final nada complaciente… Realmente
es una película ardua de ver. Kad Merad, casi siempre
encasillado en papeles de comedia, demuestra sus dotes dramáticas con un papel
muy complejo. Pero todos los actores que encarnan a los presidiarios están muy
bien, creíbles, verosímiles. Es
interesante porque Étienne no ve presos, ve actores. Les exige como a tales.
Juega fuerte. Él tiene sus propios problemas de ira, frustración, conflictos
familiares. La película exhibe ese absurdo en que vivimos pero en el que, pese
a todo, somos humanidad. Habría
sido muy fácil hacer la típica película para grandes públicos, así que lo mejor
es esa inclinación de Emmanuel Courcol para no dar al espectador lo que
quiere.
1.
Las primeras críticas de Red
son muy elogiosas. Parece que, definitivamente, es el objetivo de Disney:
convertirla en la nueva Luca,
en la película más vista en plataformas, en la que atraiga nuevos clientes. 2.
6 años después, aseguran que Indiana
Jones 5 ha entrado en su recta final. Pues sí les ha costado, sí. Y hace
6 años Harrison Ford ya parecía mayor. 3.
Sólo he visto dos capítulos de Separación
(Severance). Me parece tan perturbadora
como interesante. Y original entre tantísimo producto prefabricado. 4.
Hay cosas que no se entienden. Reacher
busca trama para su segunda temporada y dice el showrunner que es una tarea difícil. A ver, ¿estamos hablando de
esa saga de novelas que tiene 26 libros? ¿Dónde está la dificultad? Lo difícil
es hacer algo original. Si empezamos a considerar difícil lo del “copia y pega”
es que vamos realmente mal.
Cuando
vi que habían cambiado el formato, que habían pasado de 10 capítulos a 5, que la
duración se desplazaba de 20 minutos a 45, supe que esto iba a acabar mal. Eso
sucede porque estás improvisando las cosas. Parece lo mismo pero no lo es. O no tienes claro qué contar o no
sabes el cómo. Tiene
narices que una serie sobre Marte nos ofrezca la última temporada sin Marte.
Creo que pretenden hacer un Fringe.
Que cada temporada sea un género distinto de ciencia-ficción. Esta vez trataron
de tocar los universos paralelos. Y lo tocan tanto que se quedan en uno de
ellos, con unos dramas personales que no alcanzan realmente a emocionarnos
porque no aceptamos a los personajes. En realidad es una serie absolutamente
distinta en la que un utilizado el mismo reparto que en Missions. Conocíamos
una versión de ellos y, de modo abrupto, nos enfrentamos a una nueva versión.
Otro mundo, otras variantes. Pero lo hacen de modo caprichoso, con reglas un
tanto anárquicas que cambian súbitamente. Así
que Missions tuvo una primera temporada bastante buena, una segunda caótica, acumulativa, pero aceptable y
una tercera que no tiene sentido. Decepcionante. El
final, de nuevo, es propio de quien no tiene claras las cosas. ¿Lo cerramos o
empezamos de cero? Les da igual que les cancelen o no. Si sigue será otra cosa.
Ya inventarán algo sobre la marcha.
Ficarra y Picone son
como el José Mota de Italia. O el Santiago Segura. O algo así.
Caen bien, practican un humor para grandes públicos, comprensible, sencillo. Aquí,
en España, podemos entenderles bastante bien, creo yo, porque tenemos culturas
muy semejantes. Dudo que esta serie funcione fuera de sus fronteras. O de las
nuestras. Sus bromas sobre la administración pública, los políticos, el fisco o
la religión pueden sonar extrañas. A un americano, raras, a un danés ni te
cuento. Por lo que dicen es posible que los daneses no sepan lo que es un
soborno. Curiosamente
sí funcionará, digo yo, la trama principal de la mafia. Pero en mi opinión o se
la toman demasiado en serio o los chistes no son tan buenos como ellos creen. Los
protagonistas arreglan electrodomésticos, acuden a una casa a ocuparse de un
televisor y se encuentran un cadáver. Que, inesperadamente, tiene algo que ver
con ellos. La
pareja, cuñados, por cierto, van a meterse en un lío cada vez mayor guiados por
la afición de uno de ellos a las series policiacas. La trama se plantea como
una sucesión de decisiones equivocadas que, al tratar de arreglarlas, les complicarán
más las cosas. Demasiado
simple pero al menos los personajes y la trama están bien construidos. 6
episodios de media hora.
Creo
que no veía una peli tan mala desde los años 90. Anque parece de los 70. Huele
a rancia en cada fotograma. Me recordó a eso: el tufo de la serie B, la jaula
metálica de deshechos del videoclub, tiroteos en ristra rodados por alguien que
coge una cámara por primera vez. Debería
ser ilegal rodar este tipo de cine en 2022. Buena película para saber lo que no
debes hacer. Que la ves por esa razón, nada más. Porque no te acabas de creer
que John Cusack esté en una producción (¿producción?) así. Sólo
faltaba Steven Seagal. La habría entendido como parodia/homenaje. Pero
ni eso.
Hay
que reconocerle a Kenneth Branagh que tiene ingenio. Para explicarnos el
aparatoso mostacho de monsieur Poirot
nos ofrece una escena introductoria en las trincheras, durante la ocupación
alemana de Bélgica en 1914. La excusa para el bigotazo es estupenda. En blanco
y negro. Luego saltamos a 1937 y nos inunda con un colorido que, personalmente,
me ha parecido exagerado a veces. La
película tiene un problema fundamental: está más interesada en el cine que en
la intriga de la trama. Branagh busca el puro cine, los movimientos de
cámara, los juegos de planificación, los aspectos estéticos. Picados,
travellings, encuadres, banda sonora… Le da igual tener entre manos una
historia de suspense o cualquier otra cosa. En principio eso es bueno (para mí)
pero olvida a los personajes. También le pasaba a la película de 1978, un
reparto igualmente espectacular pero con tantas estrellas que era imposible
profundizar en la psicología de todas ellas. Antes y ahora se sienten
desaprovechadas. Tal
vez fue una necesidad surgida en el montaje tras la polémica con Armie
Hammer; la obligación de relegar al actor lo más posible se cobró un precio
sobre los demás personajes. Habría
preferido menos barco y más Egipto. En
cualquier caso tiene elegancia clásica, estilo moderno y un Poirot bastante
divertido. También algún capricho digital excesivo como esa escena subacuática con pez. Es una historia entretenida aunque carezca de aspiraciones
dramáticas. Pero reconozcámoslo: así son todas las novelas de Agatha
Christie.
1.
Los criterios de inclusión en los Oscar logran sus primeras vergüenzas. Es
surrealista que esté nominada a mejor película CODA: Los sonidos del silencio. Ya es raro un remake de una peli de hace 7 años, pero
que no se hayan molestado en hacer casi ningún cambio en el guión es
preocupante. Como si supieran de antemano que la colocarían ahí, entre las
nominadas. Hoy se estrena pero no merece la pena. Sin ser nada de otro mundo, mejor
la original: La familia Bélier. 2.
Ayer Netflix estrenó una película titulada Venganza a golpes. Así da gusto. Sabes lo que vas a ver. Podían
hacer eso con las de Marvel: Spider-man
gana al Duende Verde o Los Vengadores
derrotan a Thanos a la segunda. Ahorra mucho tiempo al espectador. 3.
Dicen que ya se ha terminado el guión de Gladiator
2. Enhorabuena. No seré yo quien lo vea. Como tampoco veré la peli
sobre Napoleón (Kitbag)
en la que Ridley Scott anda enredado. Ridley Scott e Historia son
términos contradictorios y debería estar prohibido ponerlos juntos 4.
Steven Moffat tiene nueva serie: La
mujer del viajero en el tiempo. A mí me suena a spin-off de Doctor Who
y River Song. O quizá es al revés porque Moffat dice que la novela de La mujer del viajero en el tiempo le
ha influido mucho.
-Tema
fantasmas, ectoplasmas…, ¿lo llevamos nosotros? Francesa.
12 capítulos de media hora. 1978.
Un cohete espacial estalla y un ingeniero paga el pato. Lo envían donde no
pueda molestar: al GEPAN. A investigar OVNIS. No
es exactamente una comedia pero tiene sus momentos de humor. No la puedo
recomendar alegremente porque es muy suya. Peculiar. A mí me ha gustado pero
dudo que tenga aceptación. Me interesan cosas, tiene más miga de la que
aparenta. Hay
una investigación sobre fenómenos misteriosos, hay mucho de costumbrista, hay
un panorama de lo que se mueve alrededor (empresas, militares, sectas, espías
rusas) y hay un retrato amable de personajes. Esa
es la parte interesante. Gente que busca su sitio en el mundo, gente con
problemas, desubicada, sin rumbo. El protagonista se ha divorciado, le han
degradado, es buen profesional, egoísta, más ingenuo de lo que le gustaría
admitir. No quiere ni sabe ser padre. Su trabajo era todo y ahora da tumbos,
toma decisiones extrañas. A su alrededor se mueven otras personas con
conflictos diferentes pero también perdidos, extraños en este mundo. Los
OVNIS son la excusa, el pegamento que cohesiona esa galería de personajes. No
ocurren grandes cosas salvo la evolución de sus vidas. Se
han gastado una pasta en la ambientación de época. Casas, vestuario, coches… Y
lo acompañan con la estética adecuada. Muy
buena la escena final. Brillante. Y
sí: el GEPAN existió realmente en Francia entre1977 y 1988.
Zhang Yimou realiza con esta
película su oda de amor al cine, su Cinema
Paradiso, su canto al arte de la filmación. Estamos
en la Revolución Cultural y arrancamos con una secuencia que tiene mucho de comedia
absurda. Un hombre y una niña pelean por un rollo de película. Hambrientos y en
parajes desérticos su sed por ese rollo de película de Hijos heroicos (y el noticiero 22), es más fuerte que el calor
y el hambre. Se roban mutuamente, se golpean, urden triquiñuelas. Yimou retrata un mundo en el
que ver una película era algo casi sagrado. El pueblo entero se implica para
que se haga posible la liturgia. Fascinante cómo desenredan el celuloide
enmarañado. Pero al mismo tiempo lo contempla con la ironía rimbombante del camarada
proyeccionista. Hay un choque con la desesperación del hombre y la niña. Además
deja un poso de tristeza en cada plano. La exageración cromática de la que hace
gala el director en otras películas, aquí desaparece por entero. Colores
terrosos, verdes apagados, grises. Está
bien explorada la humanidad de los personajes. Cómo todos se muestran
inicialmente en su lado áspero y duro para luego descubrirnos sus debilidades,
lágrimas, egoísmos… Contradictorios. La
parte débil son sus momentos melodramáticos pero, consciente de ello, los compensa
con toques de humor. No
está entre las mejores obras del director. Sospecho que la censura china tuvo
algo que ver. La retuvieron durante un tiempo por “problemas técnicos”. A saber
qué segundo nos robaron. Ese segundo concreto que para alguien puede ser una
necesidad, lo que sostenga su esperanza.
Angela
es agorafóbica. Teletrabaja perfeccionando Kimi, una aplicación tipo Siri o
Alexa de la compañía Amygdala. Intérprete de transmisiones. Para ello se dedica
a escuchar conversaciones. Y algunas cosas preferiría no haberlas oído. La
primera mitad de la película transcurre casi por entero en el apartamento de
Angela y no logra mantener el ritmo. Se hace muy tediosa. La interacción con
otras personas (físicas o en pantalla) son casi siempre irrelevantes. Soderbergh
apuesta fuerte y le sale mal. Puede repartir las culpas con David Koepp
en el guión. Pensé muchas veces en El apartamento de Billy Wilder, un apartamento que siempre
tendremos en la memoria. Aquí ni siquiera logras hacerte una idea segura de la
disposición de las estancias. La
segunda mitad es muy superior. En guión y en planificación. Ahí vemos, con
terror, lo que la tecnología puede hacer, lo que nos controlan, el poder que
les cedemos. Ahí hay una planificación mucho más elaborada que ayuda a la
tensión y a la siniestra trama. El thriller
llega a ser angustioso de un modo original. Claro,
que la tecnología juega para ambos lados. Alguien puede advertirte desde
Rumanía y guardarte unos trucos en la manga. Dura
hora y media pero, como digo, pesan mucho los primeros 45 minutos.
Peli
palomitera donde las haya. Aventuras sencillas para toda la familia y búsquedas
de tesoros en la línea de Indiana
Jones o La búsqueda
con un toquecillo levemente personal que Ruben Fleischer consigue
otorgar a sus producciones. En
mi opinión había demasiada cháchara en sus primeros 20 minutos para presentar a
dos personajes. Pero cuando se suelta ya no para. Empezamos con la subasta de la
cruz de Lorena que tanto juego va a dar y donde conocemos a los rivales de los
protagonistas, con Antonio Banderas y sus secuaces. Luego saltamos a
Barcelona con una persecución en la que se incorpora otro personaje más.
Después Filipinas. Pasadizos
secretos, trampas, peleas y un nivel de acrobacias que va creciendo en locura (la
carga de ese avión) salpicado con golpes de humor. Bien
rodada, elegante. A veces es tan alambicada en sus piruetas de acción que los
efectos digitales se notan un poco. Pero creo que a nadie debería importarle.
La acción funciona y las relaciones entre los personajes se desenvuelven bien. Cómo
llega a convertirse en una peli de piratas en barcos voladores es un alarde de
ingenio. Muy imaginativo y original. Una
película muy entretenida que, sin duda, se convertirá en saga. O quizá ya lo
es, pero reconozcamos que las anteriores versiones de esta historia pasaron
desapercibidas. Me
ha sorprendido la moderación de Mark Wahlberg en su interpretación.
La
historia: Chico conoce chica. La pregunta: ¿Y a mí qué? Ojo.
Entiendo a Paul Thomas Anderson. Ha querido hacer un Tarantino en
la línea de Érase una vez en Hollywood,
un viaje nostálgico a los 70, un vuelo a su época idealizada. Lo entiendo
porque a todos nos gustaría dirigir como Tarantino. Pero Paul Thomas
Anderson tiene su forma de dirigir. A veces le sale bien, otras, mal. No
entiendo los elogios porque me parece una película objetivamente muy discreta.
Se queda muy lejos de la morriña que buscaba. Míralo: compara con Érase una vez en Hollywood, compara
con Belfast. Al director le
falta esa concreción que logra lo universal. Le falta, sobre todo, ser creíble.
¿Él 15 y ella 25? Ya empezamos mal. No trago. No entro. También me chirrían
cosas como lo extravagante de la escena con Sean Penn o la histriónica con
Bradley Cooper. O la tan desubicada de la detención policial. ¿A qué vino eso? Y
todo se me hace largo y tedioso. Tampoco
tengo interés alguno en los temas de los que hablan (¿camas de agua, pinball?) y
no me parece que profundice mucho en la psicología de la parejita. Bien la
producción y la fotografía. Pero
¿y a mí qué? Un
rollo.
1.
Habrá una precuela de La bella y la
bestia. Eso es exprimir las cosas hasta el agotamiento. 2.
Los Razzie tienen una nueva categoría: Peor
interpretación de Bruce Willis en una película de 2021. Y hay 8 donde
elegir. Lo de la última película de Bruce Willis es peliagudo porque
mientras lees esto es posible que haya sacado otra. 3.
The Fabelmans será la próxima película
de Spielberg. Al parecer con algo de biográfica. No me interesaba
especialmente pero ahora me entero de que David Lynch tiene un papel. 4.
Netflix produce tantas cosas que ya no le quedan títulos ni palabras
disponibles. Hoy estrena: ¿Quién es
Anna?, Anne+: La película,
Tácticas en el amor y Amarrados al amor. Luego la gente
confunde las cosas.
-Me
basta una llamada para destrozarle la vida. -A
mí me basta el teléfono para matarle. La
serie está plagada de réplicas en ese tono. Muy fantasma, mucha chulería.
Especialmente cuando las dice un tío que ocupa un área de unos 4 m2.
El rostro guarda distancia social con sus hombros. Que es que abre las cervezas
con el foso del codo (literal, ya verás). Pero no se quedan mancos sus dos colegas.
El inspector jefe Finlay y la inspectora Roscoe. La
serie tiene muy poco que ver con la notable película original. Pero también
es cierto que la segunda película tenía poco que ver con la primera. Está bien
la trama policiaca de investigación. La pega es que luego resuelven todo a
tiroteo y mamporro limpio. La pega para mí, claro. Habrá gente a la que le
guste. En
cualquier caso sí equivocan un poco el enfoque. Demasiado bestia y sangrienta
en algunas ocasiones. Quieren darle un aire como muy adulto a un tipo que es
básicamente un superhéroe salido de una mente adolescente. Desde luego resultan
excesivas ciertas poses de planificación. En
cualquier caso resulta entretenida, con buen ritmo y alegría. Las debilidades
se las puedes perdonar o no. La mayoría de la gente no lo hace. Yo no tengo una
devoción especial por el personaje y me da igual lo que hagan con él, así que
soy más benévolo.
Esta
segunda temporada ha reducido los capítulos de 10 a 6 y me ha sabido a poco.
Culpa mía, que acuse a la serie de tener 3 capítulos innecesarios en su primera ronda. Pero a cambio logran un ritmo impecable y un buen desarrollo de
personajes y situaciones. Creo
que Nina Kautsalo es la poli más septentrional que hayamos visto. Ahí, en la
frontera entre Finlandia y Rusia. En los bosques de Murmansk se mete esta vez. Me
gusta mucho Nina. Abandonada por el padre (sabremos mucho del porqué en esta
temporada), con la madre en el hospital, un ex tirando a irresponsable con sus
más y sus menos, con la hija con síndrome de Down (ha crecido entre ambas
temporadas, claro, y se maneja muy bien en la interpretación). Y la inspectora
mantiene el espíritu alto, no se queja, no se amarga. Torea con espíritu
animoso y, en la medida de lo posible, trata de ser feliz. El polo opuesto de
tanto detective ceniciento, gris. Un personaje así es una joya y, desde luego,
lo mejor de la serie. Estuvo
bien que la emparejaran con ese otro poli ruso, estirado, frío para estar en
consonancia con el clima. De qué va la caza en Murmansk lo deducimos pronto
pero está bien desarrollado. El final nome vuelve loco. Me pareció un poco simple, pero eso es lo de menos. No
es la gran serie policiaca de la historia pero yo me encuentro muy a gusto en
ese ambiente, entre Ivalo, Rovaniemi y Murmansk. Me
encanta esa escena en que Venla, para obtener lo que quiere, pretende sacar
partido de su síndrome de Down: -Diles
que tengo necesidades especiales.
Roland
Emmerich
ha decidido que a locuras catastróficas no le gana nadie. Tiene aprendices como
Michael Bay que alguna vez quisieron arrebatarle el trono, pero el
maestro es el maestro. Así
que agarra la Luna y la envía en curso de colisión con la Tierra. A mí ese
planteamiento ya me parecería suficiente, pero Emmerich le añade más
cosas absurdas todavía. Cosas que nadie en su sano juicio pensaría. Pero sí Emmerich. No
tiene sentido hacer una crítica seria de la película porque el director es un
niño con una imaginación fabulosa y medios a su alcance para darle forma.
Cualquier cosa que se le pase por la cabeza se convertirá en imagen, sea lógica
o no, explicándola con giros abracadabrantes. Diálogos
simples, personajes sin profundidad. Puedes, legítimamente, insultarle y
cabrearte. O puedes aceptar que estás en la cabeza de un niño grande y
disfrutar. Destruyendo ciudades, levantando olas imposibles y fabricando misterios
que hacen temblar los cimientos de la Física. Lo
peor es su final. Un final tipo Marvel, tipo Dc. Tipo voy a llenar 20 minutos
con peleas/destrucción. Acaban por hacerse muy pesaditos y el montaje en
paralelo (qué tostón la gente de la Tierra) resulta aún más cargante. El
reparto no es malo pero, en fin, tener a Halle Berry para que
simplemente ponga cara de susto…
-Chéjov es aterrador. Cuando dices sus líneas
desentierras tu verdadero yo. 3
horitas. Se dice pronto. Admito
que no me he aburrido. Pero es evidente que sobran minutos. Sospecho que no
habría pasado nada si se quita el metraje anterior a los créditos iniciales. Es
decir: 40 minutos. Porque es ahí donde se inicia lo que podríamos llamar la
historia principal. Vamos
por partes: un director teatral prepara la representación de Tío Vania. La productora tiene como
política de empresa asignar un chófer al director, la joven Misaki. Esa
es la excusa para mostrarnos algunas de las vidas (¿por qué no todas, por qué
ésas?) de los personajes que intervienen. Hamaguchi se adentra en dramas
personales de los que se le escurre, involuntariamente, algún melodrama, algo
de sentimentalismo. Aunque ocurre poco. Historias que oscilan entre el
retorcimiento freudiano (demasiado retorcido) y el matrimonio perfecto
(demasiado perfecto), pasando por algún crimen y el trauma de conciencia que
todos ellos acarrean por un motivo u otro. Digamos
que la trama principal es la del director y su conductora, que el resto son
vidas cruzadas colaterales. Tal vez todas ellas sean necesarias para contar lo
que el director quiere. Pero está claro que sobra mucha autopista, mucho túnel
(le gusta filmar túneles a Hamaguchi), mucho viaje atmosférico. Hay
que reconocer que tiene pulso. Controla bien el ritmo, siempre planea un cierto
suspense sobre algún aspecto, sostiene la mirada del espectador. Lo que más me
gustó fueron algunos juegos con el fuera de campo. No
sé cómo interpretar su final. Imagino que caben muchas interpretaciones y que
cada uno tendrá la suya. Y todas ellas serán igualmente válidas. Pero tampoco
es importante. Una
obra ambiciosa que satisface en muchas ocasiones, resulta cargante en unas
pocas y que, aunque no logre todo lo que ambicionaba, deja poso y algún
planteamiento sugerente.
1.
Roland Emmerich está de acuerdo con Scorsese en que las pelis de
superhéroes (Marvel, Dc, Star Wars)
están arruinando el cine. Emmerich las ataca por su falta de
originalidad, por ser clones unas de otras. 2.
Robert Pattinson dice que ninguna de las pelis de Batman es mala. O no las ha visto o
miente o no sabe mucho de cine. Yo voto por la tercera. 3.
Ice Age fue producida por Blue
Sky. La distribuyó 20th Century Fox. Cuando ambas
desaparecieron Disney asumió que los derechos eran suyos. Pero la creadora de la celebérrima rata/ardilla/bicheja Scrat, Ivy Silberstein, se embarcó en un pleito de 20 años que
finalmente ha ganado la artista. Disney se queda sin Scrat. Esa señora merece un monumento.
-Me enviaste a matar a la maldita parca. Clean tuvo su pasado antes de ser basurero. Pero hay
pasados que siempre vuelven. Es la típica historia de mafiosete que se hace bueno
pero tiene que coger las armas de nuevo para ayudar a alguien. Y por ser típica
no me gusta ese tono pretencioso, como de estar contando algo profundo. Es lo
que es, un tío que sabe matar. Hemos visto muchas pelis como ésta y no hace
falta adentrarse en honduras redentoras. La ironía de Clean es su apellido. Limpio. Toda la
película es sucia. El señor Limpio es basurero. Pero además es sucia la
chatarrería, las tiendas a las que va, los lugares que frecuenta, las calles…
Él es Limpio y todo a su alrededor está sucio. Un poquito obvio, ¿no? Es verdad que a Adrien Brody se le dan muy
bien estos papeles de tipo hecho polvo. Sumido en una continua depresión por la
culpabilidad imborrable, por el pecado imperdonable, porque no se puede
perdonar a sí mismo. Para los incondicionales de los justicieros tristes.
Un tipo armado entra en un instituto y comienza a
disparar. No es mi género de películas favorito, pero creo que
es interesante su perspectiva. No vemos ni el tiroteo ni ninguna de las cosas
habituales que muestran este tipo de películas. Se centra en el trauma de una
de las chicas supervivientes, en el brutal impacto psicológico, en las
consecuencias sobre las familias, en cómo afecta a la personalidad. Nada vuelve
a ser como antes. La mayor parte de la película muestra situaciones
normales, cotidianas. Familia y amigos. Pero el modo de percibirlas y de
reaccionar resulta alterado. Vada asiste a la normalidad con tristeza, euforia
irracional, miedo… La realidad queda trastocada en una carencia de sentido. Una
hecatombe emocional. Muy lograda la interpretación de la protagonista. Su
energía inicial, su depresión posterior, el momento en que se toma una pastilla
de éxtasis… Un vaivén de emociones y registros que Jenna Ortega ejecuta
con una naturalidad sorprendente. La dirección es bastante convencional y no es
especialmente novedosa. La película tiene interés como análisis psicológico de
un personaje. Me gusta su escena final. Nada complaciente.