30/11/21

Encanto

Sabido era que Netflix revolucionó el sistema de producción de películas agilizando las cosas y, por tanto, abaratando costes. ¿Ha hecho lo mismo en series de animación? No tengo ni idea de cómo se hizo
Maya y los tres. No lo he investigado. No sé cuánta gente trabajó ahí ni cuánto tiempo emplearon. Pero es una auténtica revolución. Así que cuando veo Encanto, hoy, no puedo juzgarla del mismo modo que lo habría hecho hace unas semanas.
Muy bonita, mucho colorido, miles de detalles y espectacular. ¿Pero es ahora eso realmente meritorio? ¿No nos dijo Maya y los tres que eso es “fácil”? Si lo hace una serie, ¿cómo no va a hacerlo una película?
Los inicios me parecieron el Disney de siempre. La ambientación latina no parecía suficiente para cambiar los derroteros. La música y canciones de Lin-Manuel Miranda se me hacían demasiado largas. El desarrollo feliz se me antojaba manido.
Por eso me interesó mucho más su último tercio. Ahí, la intriga de la pérdida de la magia alcanza sentido.
La trama, al fin, se vuelve más oscura. Aparecen las grietas de esa familia aparentemente feliz. Hay resentimientos, heridas, palabras no perdonadas, dudas. El don gratuito que recibieron no fue bien utilizado. La carga del demoledor peso del pasado crece cada día.
El resultado es bastante decente. No alcanza el nivel de las más grandes de Disney pero hay un esfuerzo por realizar algo un poquito diferente. En cualquier caso me quedo con la sensación de que los guiones de Disney siempre necesitan más vueltas. En este caso habría sido bueno plantar antes esas semillas de infelicidad, de modo más orgánico. Los conflictos surgen de repente, porque nos lo dicen, no porque lo veamos.

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