20/11/21

Última noche en el Soho

Nunca antes has visto una película de terror así.
Me gustan todas las películas de Edgard Wright excepto Scott Pilgrim contra el mundo. A esa no la trago. En esta ocasión, para inspirarse, acude a las grandes, a Psicosis y El resplandor. Y como se fundamenta en ellas, logra un producto de enorme calidad, a un paso de ser una obra maestra. Técnicamente impecable, mimada en todos sus aspectos. Puesta en escena, vestuario, banda sonora, planificación, estructura, guión sólido…
Ellie, chica de pueblo, va a estudiar diseño de moda a Londres. Alquila una habitación a una anciana. Por las noches es transportada a los años 60 y sigue las andanzas de la glamurosa Sandy. Este es, como Marion en la posada de Bates, el largo mcguffin inicial. A partir de ahí entramos en un universo onírico y fantasmal que recuerda lo espeluznante de El resplandor.
Wright hace la transición del glamur al horror con una fluidez pasmosa. Tal vez porque ambas cosas son lo mismo. Para Sandy lo son. Y el mundo de Ellie se puebla de fantasmas y secretos del pasado.
Hay una secuencia prodigiosa: la de los espejos y el baile con Matt Smith. Un recurso extraordinario para mostrarnos cómo Ellie se identifica con Sandy.
Defectillos, que algunos tiene: Dentro del mcguffin me parece excesivo alargarlo con la residencia para estudiantes. Hay un par de diálogos para despistar al espectador y que no coinciden con la realidad. El final, sin ser decepcionante, resulta un poco convencional. Debió tener más fuerza.
Dejando eso aparte la película es poderosa y visualmente atractiva tanto en la luminosidad como en el horror.
Dos actrices enormes, Thomasin McKenzie y Anya Taylor-Joy, dan vida a las protagonistas, creando identificaciones y disonancias cruzadas.

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