17/11/21

Tres

Dos cosas buenas: una idea rompedora y la interpretación de
Marta Nieto. Todo lo demás está mal.
Una diseñadora de sonido comienza a tener extraños problemas auditivos: escucha las cosas con retraso. Al principio son sólo, en sus medidas, un par de frames. Después, minutos.
Esa es la premisa. La primera posibilidad sería tratarlo como una metáfora de la desincronización con la realidad, un drama sobre la desconexión del mundo en que vivimos, la falta de empatía, la ausencia de sentido. Pero como el director opta por el tono fantástico el desarrollo es un desastre: la metáfora carece de todo valor, el ritmo es un espanto, la estructura hace que todo llegue tarde… El símbolo debe sustituir al objeto pero aquí es el objeto. Así que no hay símbolo.
Es un milagro que Marta Nieto logre sostener un drama en el que no hay drama.
Pensé en la reciente Más allá de los dos minutos infinitos. Semejante en esa falta de sincronía. Pero lo que en la película japonesa es hipnótico y de un ritmo tan intenso que casi agota, aquí se convierte en tedio. Un ejemplo: ¿necesitamos los 10 minutos iniciales, más otros muchos, en la sala de montaje de sonido para que nos quede claro a qué se dedica la protagonista? Obviamente no. Simplemente al director le gusta la sala de edición de sonido sin lograr que el espectador se contagie de esa pasión. Lo mismo se puede decir de muchas otras situaciones. Viajes, idas y venidas carentes de un valor cinematográfico detrás.
Así que la premisa, tan sugerente, sólo sirve para que el espectador piense en las posibilidades no realizadas. Una pena.

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