8/2/20

Vida oculta

Franz y Fani son un matrimonio de labradores. Tienen tres hijas y viven una apacible y bucólica vida en los Alpes austriacos. La guerra llega y Franz se niega a prestar el juramento nazi.
Sigo pensando que El árbol de la vida es la mejor película del siglo XXI. Vida oculta no alcanza el nivel, pero Terrence Malick vuelve a demostrar su enorme habilidad para penetrar en el alma humana. En El árbol de la vida ya mostraba su interés por Job como prefiguración de Cristo. Cuando Benedicto XVI beatificó a Franz Jägerstätter encontró otra vía para profundizar en su tema favorito.
Malick regresa a sus temas: la trascendencia, el amor, la fe, la conciencia, la coherencia. Y la gracia. La gracia arrasadora que se impone a las debilidades humanas, a las tentaciones, a la depravación del mal. Franz se quedará sólo, despreciado incluso por la gente del pueblo que hasta entonces eran sus amigos. Sólo le quedará su esposa. La lealtad de ella, la aceptación, el amor (aunque Tú le amas más), el saber que hacer lo correcto está por encima de todo.
Realmente creo que aquí no eran necesarias tres horas. Pero las cubre bien con la fuerza de esos paisajes, la belleza de la naturaleza, el horror de la cárcel que también funciona como metáfora de la oscuridad de la fe y la luz de la gracia. La película se mueve en el contraste entre la Creación y los actos de muerte de los hombres.
Malick sigue fiel a su estética, la voz en off, los cortes abruptos, el montaje casi onírico. Pero es más accesible, con argumento más lineal, menos simbólico.
Tiene, desde luego, una enorme potencia dramática, emocional. Tres horas abrumadoras, intuitivas, dolorosas, intensas.

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