Si
nos paramos a mirar, la última película no ya buena, sino decente, que hizo Brian
De Palma fue Misión Imposible
en 1996. 24 años sin ofrecer nada potable. 24 años de cosas mediocres o
directamente malas.
Domino es un horror. No, peor aún. Es ridícula. Es un
guión de serie B con colorines bonitos que le hacen parecer un mal cómic. Es
ridícula en sus escenas de acción (se olvida la pistola, ajusta mal las esposas,
no le registra, se le cae otra pistola) y es ridícula en sus conflictos
sentimentales que no vienen a cuento de nada.
Hay
una trama central de espionaje y terrorismo que no se puede contar peor. No
había visto una peli de este género que resultase tan aburrida, tan tediosa,
tan insufrible.
Una
parte está rodada en Almería y todo parece un chiste malo: los camiones, la
plaza de toros… Ese tramo, junto con la música, parece rodado intencionalmente
como si se tratase de cine mudo y no funciona. El final es paupérrimo en clímax,
energía y planteamiento.
Lo
peor de todo son los numerosos intentos de imitar a Hitchcock. Desde Vértigo a La ventana indiscreta pasando por El hombre que sabía demasiado.
Nicolaj
Coster-Waldau, Carice van Houten y Guy Pearce no sabían dónde se metían.
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