Este cortometraje está
realizado por dos tipos de Pixar en sus ratos libres. Parece que no tenían
bastante con darle a las teclas durante el trabajo y se buscaron un hobby
idéntico.
Es una historia bastante
triste, la verdad. También un poco simple en su simbología y un poco cliché en
el uso del reloj. Pero me gusta mucho su expresividad y las cosas que no se
ven.
El padre, orondo,
feliz. El hijo, demacrado, indefiniblemente desesperado. La vida del hijo
siempre ha sido así. Siempre. Tratando de imitar a su padre pero desde el polo
opuesto en su actitud vital. Una vida llena de una tristeza permanente.
El escenario de western
(esa aridez) funciona perfectamente.
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